martes, 24 de septiembre de 2013

Un presidente diferente. Un mundo diferente.

Hoy están de moda los temas de la integración. Se trata a las personas con alguna dificultad física de forma diferente, se les atiende preferentemente y se busca facilitarle la vida. No puede ser de otra manera. Sin embargo, queramos o no, queda cierto resquemor. ¿Alguien votaría a un discapacitado para ser presidente de gobierno? Seguramente estaría mejor preparado, seguramente será una mente lúcida, pero hoy en día se prejuzga, y nos lleva a decisiones, probablemente, equivocadas. El exceso de información que tenemos nos lleva a ello. Es la sociedad que nos ha tocado vivir. 

Pero hubo un tiempo en el que no había televisión. No se sabía quien era el presidente, ni el rey, ni nada que se alejara de lo cotidiano. Al los personajes principales se les conocían en foto en los periódicos y en las monedas y poco más.

Es famosa la historia de Alfonso XII (que merece una entrada en este blog), cuando en un paseo de incógnito por Madrid justo tras llegar al trono, entabló conversación con un sereno y al acabar la conversación Alfonso XII le dijo: "Bueno, soy Alfonso XII, en el Palacio tiene usted su casa". Y el sereno le respondió: "Pues yo, Pío Nono, en el Vaticano tiene usted su casa". Evidentemente, el sereno no sabía con quien estaba hablando.

Sin embargo hay un ejemplo de integración que probablemente llegó a ser lo que fue gracias a que aún no existía la televisión de forma masiva. Había algo, pero no era habitual. Hablo de Franklin Delano Roosevelt.

Realmente a todos nos suena el nombre, fue el presidente de los EEUU en la segunda guerra mundial. Nacido en 1882, era un político prometedor, cuando en 1921 contrajo la polio, dejándolo una parálisis parcial que le obligó a ir en silla de ruedas el resto de su vida. Pero aprendió a disimular su enfermedad fijando unas barras de hierro a sus piernas y andar girando el torso. Andaba siempre distancias muy cortas, disimulando el tema, y, si tenía que recorrer algo más, lo hacía con muletas. Se cuidaba de que siempre aparecía en las fotos sentado.

Hay pocas, muy pocas fotografías de Roosevelt en su silla de ruedas, pero la utilizaba en su intimidad, cada vez que tenía que estar lejos de las cámaras.

Consiguió convencer a todo el mundo de que estaba recuperado y consiguió presentarse a la presidencia de los EEUU en 1932, venciendo fácilmente en las elecciones. Desde entonces, hasta su muerte, en 1945 fue presidente, ganando 4 elecciones consecutivas: 1932, 1936, 1940 y 1944, y fue el único presidente que lo ha hecho.

Le toco lidiar una época difícil, cogió un país en plena depresión de después del 29 y estableció toda una política social de incremento del gasto llamada New Deal, muy novedosa y casi improvisada, pero que permitió un cambio social en los EEUU y mejoró, sin duda la igualdad entre los ciudadanos. Impulsó esta igualdad y esa mentalidad de lucha común ha llegado hasta hoy. Es una de las señas de identidad más reconocible de los EEUU.

Pero encima se encontró la Segunda Guerra Mundial en 1939. Apoyó a los aliados, de forma logística, hasta el famoso ataque de Pearl Harbor, donde decidió entrar en la guerra en el Pacifico y ordenó el Desembarco de Normandía en 1944. Vamos, que cogió un país en ruinas, y consiguió levantarlo y no sólo eso, sino que se enfrentó a la guerra más terrible de la historia, dándole un giro y poniéndola a su favor. Y de paso, la aprovechó para levantar económicamente el país.

Pero la historia, caprichosa como es, quiso que falleciera repentinamente en abril de 1945, a penas 20 días antes de que su mayor enemigo, Hitler, se suicidara antes de ser capturado. Esta muerte hizo que no fuera responsable de la mayor matanza de la historia, siendo su sucesor, Harry S. Truman el responsable del lanzamiento de las bombas atómicas.

Un hombre que demostró que una limitación física no impide ser un buen político y un buen gestor. Eso sí, en un tiempo en el que no existía un seguimiento y un control público como el que existe ahora. Quizás el hecho de tener más información no ha vuelto más intolerable. Hoy en día parece imposible aceptar un presidente diferente. Definitivamente, tenemos un mundo diferente. A veces, sabemos demasiado.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Ciudadanos de segunda

Cuando empecé a tener uso de razón y a estudiar la historia me alarmó el genocidio nazi. Era una barbaridad, pero más barbaridad era que eso hubiera pasado sólo hacía 50 años. Ni una vida. De hecho, mi padre ya vivía cuando pasó el tema. En aquella época, joven yo, pensaba cómo podía mi padre haber dejado que pasara eso. Evidentemente, mi padre tenía cosas más importantes en qué pensar en aquella época (como en comer, por ejemplo, bastante era en esa España).

Pero ahora, me toca tener a mí al hijo y algún día me preguntará lo mismo, o lo pensará de un tema que viví yo en primera persona y que ahora está en boga por la enfermedad de uno de sus protagonistas, Nelson Mandela, aunque por algún motivo es francamente desconocido.

El Apartheid (término afrikaans, lengua medio holandesa, medio inglesa, medio alemana que se fraguó en el sur de África a raíz de la conquista europea), es algo francamente escalofriante que pasó hace, como quien dice, dos días y que el mundo, lo permitió.

Es un termino que definió un régimen. No fue algo despectivo, sino que se conocía así. Este régimen consistía en la separación racial en la población. Evidentemente, esta separación fue promovida por los blancos, y se produjo tras la derrota electoral pero victoria en escaños del Partido Nacional (partido de los blancos) en 1948. Tras esa victoria, los blancos, raza minoritaria en Sudáfrica con un 21 % de la población, establecieron un régimen separatista en el que las razas no podían juntarse en ningún sitio: transportes públicos, playas, recintos, hospitales, etc. Todo estaba separado. Por supuesto, las infraestructuras dedicadas a los blancos eran mucho mejores que las dedicadas a los de color, la educación de un negro costaba al estado el 10% de la que le costaba la de un blanco y todos los ciudadanos tenían que portar pases si iban a las zonas asignadas a las otras razas. Ah!, y por supuesto, los de color no tenían derecho de voto, por lo que nunca podían ganar las elecciones y cambiar el estatus.

Hoy en día es una aberración, pero en aquella época era algo llevado al extremo pero cotidiano en otros paises. En 1963, Martin Luther King dio su famoso discurso "I have a dream" que cambió muchas conciencias y, éste fue asesinado en 1968. En esa época, negros y blancos tampoco podían subir juntos al autobús en los EEUU y tenían muchos temas de prejuicios sociales, aunque sí eran reconocidos como ciudadanos.

Sudáfrica, llevó al extremo este concepto y poco a poco se fue radicalizando. En 1960 dada la presión, creó estados ficticios llamados bantustanes donde se asignaban a los negros como ciudadanos, aunque vivieran en otras ciudades. Esto llevó a que los negros eran ciudadanos de estados ficticios inmigrantes en Sudáfrica, obligándoles a portar identificación y pasaportes para estar en su propia ciudad y así tener un arma para poder legislar impunemente en contra de estas razas. Poco a poco el gobierno fue presionando para que la población de color se trasladara a los bantustanes que les correspondían, moviendo a 3,5 millones de personas en 20 años.

A primeros de los 60, coincidiendo con Martin Luther King, organizaciones de personas de color fueron creando resistencia y en 1963 fue encarcelada toda la cúpula política de color, con Mandela a la cabeza. Nada menos que 27 años encarcelado en cárceles no precisamente cómodas. Simplemente por querer ser ciudadano.

Este régimen se prolongó en el tiempo, y se prolongó hasta fechas realmente cercanas. Indurain había ganado ya tres tours, la Expo 92 ya era historia y los Juegos de Barcelona ya eran sólo recuerdo. Fue en 1992 cuando el presidente De Klerck ganó un referéndum para poder negociar con la población negra una nueva constitución, que se aprobó en 1994. En abril de 1994, hace sólo 19 años, la población negra pudo votar por primera vez en Sudáfrica. Ganó, por supuesto, Nelson Mandela, que ya era todo un símbolo.

Lo que me pregunto es por qué. Y el por qué a todo es económico, como siempre. Sudáfrica es uno de los principales productores de oro, y los blancos necesitaban para sus negocios disponer de estas minas. Así que nos creamos un régimen clasista y dominamos la economía. Pero esta situación fue poco a poco quedándose obsoleta. Los ídolos de la juventud empezaron a ser gente de color: Carl Lewis, Michael Jackson, Michael Jordan, Magic Johnson, eran idolos en todo el planeta, pero ciudadanos de segunda en Sudáfrica. La presión internacional comenzó a mediados de los 80 a boicotear productos de Sudáfrica y su aislacionismo provocó una crisis económica brutal. No había salida salvo la abolición del régimen y así se produjo.

Lamentablemente, no sabré que decirle a Santi si algún día me pregunta cómo permití que existiera el Apartheid. Bueno sí, sabré decirle que no hay ciudadanos de segunda, y que la historia es mejor no olvidarla para no repetirla.