domingo, 18 de diciembre de 2016

Una doctora fuera de su tiempo

Que las mujeres han estado siempre apartadas de los puestos de relevancia no es algo desconocido. Es un hecho. Que muchas mujeres han conseguido encontrar su hueco, por su capacidad y relevancia, también lo es.

La historia de hoy es cómo, cuando algo se hace evidente, encuentra su hueco, por muy extravagante que sea. También, sirva esta historia para recordar a todas las mujeres que han luchado por un mundo mejor, luchando contra la injusticia de la desigualdad.

Ubiquémonos en el tiempo. Siglo XII, en torno al año 1100. El español era un idioma en ciernes, España estaba medio dominada por los musulmanes y Europa... Europa simplemente, sobrevivía. Se empezaban a fundar universidades, la religión y el estado feudal lo invadían todo y lo más maravilloso que se hablaba era de la hazaña de atravesar Europa para llegar a Tierra Santa y enrolarse en una cruzada.

Como digo en esa época lo importante era sobrevivir. Lo habitual era dar un 10% de los bienes al señor que te protegía (el recordado diezmo) y la vida humana valía lo que valía. En ese ambiente nació nuestra protagonista, en el seno de una familia de noble de bajo nivel de Alemania. Hildegarda (que era su nombre) era la décima hija del matrimonio, y como en esa época los hijos eran una posesión, y la décima parte era para la Iglesia, los padres decidieron que nuestra protagonista fuera dada al servicio de Dios como diezmo.

Con 8 años, fue a vivir con una familiar de los condes de Spannheim, que vivía junto a un monasterio y ésta se dedicó a instruirla. Hildegarda tenía visiones desde muy pequeña, aunque sólo su profesora (Jutta) lo sabía. Con 15 años ya ingresó como monja en ese monasterio y allí permaneció hasta que falleció ya muy mayor para la época. 

Las visiones le acompañaron toda su vida. En esa época, tener visiones podía tener dos caminos: o te acercaban a la santidad o te convertían en bruja, dependiendo principalmente de quien fueras y qué podrías ofrecer. Sus visiones fueron analizadas por varios teólogos, a instancias incluso de Papa de la época y fueron consideraban visiones divinas. Hildegarda tenía mucho que aportar y se apresuró a escribir lo que tenía en mente.

Muchos de sus escritos fueron meramente religiosos, pero donde realmente fue reconocida fue en sus escritos sobre medicina. Entre 1151 y 1158 escribió su obra principal sobre medicina, llamada Libro sobre las propiedades naturales de las cosas creadas y que posteriormente fue divididos en 2 libros: "Physica" y "Problemas y Curaciones". Nuestra personaje aprovechó su influencia para escribir estos libros, que son los únicos en los que no atribuyó su escritura a las revelaciones divinas: ese conocimiento era de ella, a base de años de estudio y análisis.

Esos escritos fueron considerados nada menos que los escritos más influyentes en cuanto a medicina en toda la Edad Media y fueron incluidos en la recopilación de 1533 (¡casi 400 años después!) de todo el saber médico de la época.

Para que nos hagamos una idea de lo que proponía, Hildegarda se aproximó a las teorías de circulación de la sangre, determinó causas de contagios, de auto-intoxicación por las condiciones ambientales y dispuso el cerebro como el centro nervioso del cuerpo en lugar del alma o el corazón. Incluso se atrevió a describir apasionadamente el orgasmo femenino, algo absolutamente inusual (incluso tabú) para la Edad Media más profunda.

En la segunda parte del libro, expone cómo utilizar plantas naturales en pequeñas cantidades para la solución de problemas de salud. Concepto muy en boga actualmente, que se conoce como homeopatía. Insiste en la moderación y templanza para alcanzar una buena salud y la felicidad. Además detalla cómo a través de las secreciones (estado de la sangre, la orina y los ojos) se puede obtener información muy útil para saber el verdadero estado de salud. Hoy es algo que todos tenemos muy asumido, pero en aquella época era todo un avance.

Aunque ella siempre se consideró como una mujer débil tanto físicamente como de espíritu, parece que se ha demostrado en investigaciones ya en el siglo XX que eso era más una estrategia para evitar que fuera considerada hereje y repudiada. Y la verdad, se demostró que era suficientemente inteligente como para ser tenida en cuenta como uno de los personajes más influyentes de la Edad Media. 

Esa inteligencia, para asumir un rol inferior con el único fin de que prosperara su conocimiento es algo que me encanta de ella y que me parece un ejemplo a seguir. A veces nos perdemos solicitando notoriedad y esperándola para actuar. Gente como Hildegarda nos muestra que el camino es justo el contrario: lo importante es actuar, la notoriedad llegará después, incluso en las situaciones más complicadas.

domingo, 4 de diciembre de 2016

Conjeturando para que funcione

En estos días se cumple el 129 aniversario de la publicación de los resultados de un experimento que, nada menos, demostró que la física se equivocaba y era necesario un replanteamiento general de toda la teoría. Fue un hecho trascendental en su momento que obligó a tomar nuevos rumbos y a que los hombres escudriñaran su ingenio en busca de nuevas teorías. El fracaso de este experimento que nos obligó a crecer, no podía pasar desapercibido de este blog, sobre todo, cuando parece que estamos cayendo de nuevo en conjeturas que no pueden verificarse.

Pero entremos en materia. A finales del siglo XX, Maxwell, un eminente científico, describió que la luz era una onda y que como todas las ondas necesitaba un medio por donde moverse (igual que las olas van sobre el mar o el sonido sobre el aire). Era un medio que lo cubriría todo, porque la luz se propaga obviamente por el espacio. Así que este medio, necesario para cumplir las teorías vigentes en esa fecha de propagación de ondas, era onmipresente y además difícilmente medible. Era una conjetura útil y no había ninguna evidencia del mismo.

Como ese medio tenía cierta similitudes al conjeturado por Aristóteles, se le dio el mismo nombre, éter. La teoría del éter era relativamente simple: una especie de fluido muy fino y con particularidades que lo hacían casi imperceptible. Vamos, era un fluido creado ad-hoc, para cubrir una necesidad teórica para explicar el comportamiento de la luz.

Con esto, en 1887, dos científicos americanos pensaron cómo podían analizar el comportamiento del éter. Albert Michelson y Edward Morley, eran en ese momento desconocidos y poco reputados, pero diseñaron un experimento en el que, analizando dos haces de luz perpendiculares que tuvieran exactamente la misma distancia recorrida, se podrían detectar diferencias en ellos relativas al comportamiento del éter sobre esos haces de luz. El experimento fue un desastre. Mejor dicho, no fue un desastre, sino un fracaso: el resultado fue que los haces de luz eran exactamente iguales y por lo tanto, no podía considerarse que el éter fuera una teoría válida. Quedaba descartada la existencia del éter y se abría un terrible vacío en la teoría de la física.

Pero ese experimento llegó a manos de un señor llamado Einstein, que rellenó el vacío teórico que se había creado con la Teoría de la Relatividad. Ya no hacía falta el éter, ya había explicación al movimiento de la luz.

Sin embargo, el hombre es terco. En 1932, Jan Oort descubre que el movimiento de las estrellas dentro de la Vía Láctea es mucho más rápido de lo que debería ser con la masa de las estrellas. Años más tarde se analizan resultados similares analizando el movimiento de los brazos de la galaxia de Andrómeda. En 1933 un científico muy inteligente, pero excéntrico del Instituto de Tecnología de California, analizando sus resultados de observación directa, detectó el mismo problema en el Cúmulo de Coma. Y conjeturó. Pero era demasiado excéntrico para ser tenido en cuenta, así que se le ninguneó. Su nombre, Fritz Zwicky.

Fue olvidado durante más de 40 años, pero los resultados de los análisis de los datos obtenido en las mediciones astronómicas daban siempre el mismo error. La velocidad de movimiento de los cuerpos celestes era mucho mayor de lo que debería ser por la masa que tienen. Y cuarenta años después, alguien se acordó de la conjetura de Zwicky y la volvió a poner encima de la mesa. Había sido creada, oficialmente para la ciencia la Materia Oscura.

La materia oscura (o energía oscura, algo más avanzado sobre la misma teoría) es sólo una conjetura que sirve para cuadrar los datos observados con los datos que las ecuaciones nos ofrecen. Las observaciones nos llevan a que el universo debe tener una masa muchísimo mayor de lo que las teorías científicas soportan. Realmente es que apenas podemos justificar el 1% de la masa del Universo: se mueve mucho más rápido de lo que se debería mover y para ello, para esa masa que falta, la materia oscura es útil. Evidencias indirectas le llaman.

En cualquier caso, la materia oscura no se ha medido, no se ha tenido ninguna referencia directa de ella, no ha podido ser observada. Simplemente, es un elemento que hace cuadrar lo que se observa con las ecuaciones. Exactamente igual que se hizo con el éter. Quizás, dentro de unos años aparezca un Michelson y un Morley que demuestren si la materia oscura no existe o no. O quizás mejor, puede que aparezca otro Einstein que de un pasito más y justifique el movimiento acelerado observado, sin necesidad de materia oscura. En los dos casos, se demuestra que la materia oscura puede cambiarse por materia gris. Como en la vida misma.




domingo, 30 de octubre de 2016

Un desconocido en la corte del Rey sabio

Escribiendo la anterior entrada (sobre Fourier) estuve leyendo sobre otro genio de la época en Francia y que fue uno de sus maestros: Pierre - Simon Laplace.

Laplace fue, además de gran matemático, un astrónomo influyente, especialmente por dedicar tiempo al análisis de las predicciones de Kepler y ser el primero que planteó una tesis sobre la creación del Sistema Solar.

Me llamó la atención, leyendo la historia de Laplace que utilizara unas tablas astronómicas llamadas "Tablas Toledanas". ¿qué pinta Toledo aquí? Decidí avanzar un poco más sobre ellas y este hecho me ha llevado a un personaje casi desconocido y que, aunque parezca mentira, ha tenido una amplia influencia en la vida española posterior.

Nos remontamos muchos años antes de Kepler, al primer siglo del segundo milenio. En los últimos años del Califato de Córdoba, cuando ya muchos Taifas se habían independizado, nación en Córdoba nuestro personaje, de nombre árabe impronunciable (al menos para mí), pero que se españolizó como Azarquiel.

Azarquiel es poco conocido. Aunque nació en Córdoba (es un dato que parece claro, aunque no hay unanimidad), se marchó pronto a Toledo y allí desarrolló la mayoría de su conocimiento. Durante años fue un forjador de hierro, curioso y dedicado a su profesión, pero aprovechó esa habilidad para trabajar para los sabios de la ciudad de Toledo y poco a poco, su destreza y conocimiento haciendo instrumentos, hizo que estos sabios lo protegieran, ofreciéndole conocimiento que él fue asimilando fácilmente.

Se dedicó a la observación de los astros y anotó profusamente la situación de los astros. Esta observación completa es lo que se conocía como "Tablas Toledanas". Analizar los resultados de las tablas conllevaban a resultados que no cuadraban con la idea que en aquel tiempo se imponía. Tenía un afán casi obsesivo por la precisión y cuando no cuadraban sus datos con los de anteriores autores no tenía miedo en plasmarlo y plantear su teoría. Contradijo a Ptolomeo y planteó una órbita de Mercurio de forma ovalada gracias a su observación. Incluso, tras 25 años de análisis diario del Sol, fue capaz de determinar que el Sol tenía un movimiento de apogeo, sino que lo calculó con una precisión increíble: él lo estableció en 12,0'' y el valor real es de 11,8''. Es algo que parece increíble si nos damos cuenta que estamos en torno al año 1050.

Pero su observación y su capacidad de trabajar el metal lo llevó a construir un mecanismo que posteriormente fue clave en el desarrollo de España. Creó un mecanismo llamado Azafea, que era un astrolabio, pero que se podía usar en cualquier latitud de la Tierra. Ese instrumento fue muy utilizado por los navegantes españoles y fue clave en la aventura marina de España y Portugal en el siglo XV. Colón llevaba una azafea en sus viajes, como instrumento imprescindible.

Doscientos años después de su muerte, Azarquiel fue la base en la recopilación del conocimiento que realizó Alfonso X el Sabio en Toledo y creó las "Tablas Alfonsinas", basadas en las de Azarquiel, pero con algunas mejoras. Estas tablas fueron la base de la astronomía europea hasta la observación de Kepler, en torno a 1600, más de quinientos años después de los estudios originales.

Azarquiel murió en torno a 1080, algunas fuentes dicen que en Toledo, aunque probablemente fuera en Córdoba, toda vez que Toledo fue conquistada por los castellanos pocos años antes. Tuvo una obra importante, pero no se ha conservado los originales. Toda su obra se conoce por referencias de autores posteriores. Tiempos complicados en una España complicada.

Un último dato curioso. Una traducción de la obra de Azarquiel, realizada por Roberto de Chester en 1149 es la primera referencia que se hace en Europa a la palabra "seno" en referencia a una función trigonométrica. Era algo muy utilizado por los árabes, pero desconocido por los cristianos del viejo continente. Hoy en día, no puede entenderse la ciencia sin estas funciones.

Debo reconocer que no sabía quien era Azarquiel. Pero me ha sorprendido. Me ha sorprendido porque es un desconocido con una importancia significativa y que un genio, ya moderno, como Laplace lo consideraba básico para sus observaciones. Desconozco el motivo de su olvido, pero probablemente fuera porque pertenecía a una cultura que no pudo permanecer en España, aunque fuera valorado por sus teóricos enemigos como Alfonso X El Sabio. Esto nos debería hacer pensar qué, por prejuicios innecesarios, nos podemos estar perdiendo. Al final, un genio te aparece en cualquier lugar, dispuesto a enseñarnos. Habrá que estar atento.

sábado, 15 de octubre de 2016

Mirar el mundo de otra manera

Retomo el blog después del verano. Ahora empieza el mal tiempo y es más fácil encontrar un rato para escribir.

He pensado mucho qué tema escoger para retomarlo y me he dado cuenta que no he hablado de una de las personas que más ha cambiado el mundo, aunque él nunca lo sabría. El puso la semilla que 200 años después nos ha llevado a donde estamos. Viviendo pegados a un móvil.

Como casi todos los grandes tuvo una vida modesta, aunque nuestro personaje, todo un mito para los ingenieros de telecomunicaciones, hizo muchas cosas en la vida cotidiana. Más de las que uno podría pensar para alguien así.

Nació en Francia en 1768, en una familia numerosísima. Trece hermanos son muchos y él era el décimo de los 13. Encima, quedó huérfano pronto, a los 10 años. Se educó en la escuela militar de Auxerre y estuvo debatiéndose entre ordenarse sacerdote o hacer lo que le gustaba, dedicarse a la ciencia. Así pasó su infancia y su juventud, hasta que en 1789 ya decidió definitivamente dejar la religión y ser profesor de la propia escuela a la que fue. 

En 1793 tomó parte activa en la política de la revolución francesa, cosa que, en el régimen del terror de Robespierre no era demasiado seguro. Estuvo a punto de ser guillotinado al año siguiente, pero finalmente, tuvo la suerte de que cayó antes Robespierre, la política en Francia dio un giro y fue liberado. Se calmó un poco e ingresó en la Escuela Normal de París para estudiar Matemáticas. Aunque llegó a catedrático poco después (1797), su natural inquieto lo llevó a dejarlo todo para ingresar en el ejército como cargador de cañones. Era una etapa de euforia en Francia, el inicio de la era de Napoleón y nuestro personaje decidió acompañarlo. Destacó pronto, dado que era capaz de calcular la trayectoria de los cañones y Napoleón en persona quiso que lo acompaña en Egipto. Era consejero científico. En Egipto destacó y además de ser un personaje relevante en el Instituto de Matemáticas de El Cairo, llegó a ser gobernador de una parte del país.

En 1801 volvió a Francia, donde Napoleón lo nombró prefecto de un departamento (Isere) hasta 1815, pero ya había decidido dedicarse a la ciencia, su verdadera pasión.

Estoy seguro que los telecos que lean esto no imaginarán siquiera de quién estoy hablando. Pues se trata, nada más y nada menos que Jean-Baptiste Joseph Fourier. Al público en general no le sonará de nada, pero seguro que mis colegas de profesión han esbozado una sonrisa. Fourier es, para mí, el hombre que cambió el concepto del mundo a nivel técnico y curiosamente, el no supo, ni siquiera se imaginó que lo que él estaba haciendo lo cambiaría.

Fourier se dedicó al análisis de la transmisión del calor y en 1822 publicó un tratado "Teoría analítica del calor" en la que desarrollo el concepto de desarrollo de las Series de Fourier: la descomposición de una función en una aproximación de series de senos y cosenos. Su observación sobre la transmisión del calor llevó a esta formulación matemática, que, posteriormente pudo llevarse a cualquier función de propagación, entre ellas las electromagnéticas.

Y esto derivó en demostrar que las ondas pueden descomponerse en frecuencias y las frecuencias separarse unas de otras... y ¡bingo!, ya tenemos la teoría de transmisión que todos utilizamos. Toda la tecnología se basa en la propagación de señales gracias que entre ellas no se mezclan si se piensa en ellas en el dominio de la frecuencia.

El dominio de la frecuencia es sólo una forma de plantear el mundo derivada de la formulación matemática de Fourier y, por cierto, condición básica para que un teleco pudiera acabar la carrera: o se entendía o podías buscarte otra cosa.

Curiosamente, Fourier, es muy conocido en un campo en el que no trabajó (telecomunicaciones), aunque formuló una teoría que hoy está muy en boga y por la que nadie le conoce. Fourier aplicó su análisis de propagación del calor a la radiación que recibe la Tierra desde el Sol y cómo se disipa el calor interno y pensó que con esa radiación, la Tierra debía ser muchísimo más fría de lo que es, así que propuso que quizás la atmósfera sería capaz de ser aislante, permitiendo que la radiación que entrara no se escapara y pudiera mantener más caliente la Tierra de lo que debería: había nacido el "efecto invernadero".

Su fama científica hizo que sobreviviera a la caída de su mentor Napoleón. Gracias a su teorema fue nombrado barón y en 1826, secretario perpetuo de la Academia de las ciencias. Murió en 1830, por el fenómeno al que se dedicó a estudiar: una estufa con mala combustión lo mató asfixiado. Es, por méritos propios, uno de los científicos inscritos en la Torre Eiffel de París.

Fourier fue capaz de pensar de otra forma, modificar la visión del mundo y verlo de forma transversal, en frecuencia. Imaginó una forma de propagación diferente, aunque nunca pudo imaginar que su visión derivaría en un cambio del comportamiento humano. Cualquier pensamiento, por raro que sea, puede  ser utilizado más adelante para cambiar el mundo. Una clara muestra de ello es que ahora mismo estás leyendo esta entrada. 

lunes, 18 de julio de 2016

Adivinación o ciencia

Siempre me ha llamado la atención cómo autores literarios se adelantan a su tiempo y establecen paralelismos que en el futuro se hacen realidad. Es famosa la coincidencia entre los libros de Julio Verne y la realidad. Pero hoy me voy a centrar en otra:

"Emplean aquellas gentes la mayor parte de su vida en observar los cuerpos celestes, para lo que se sirven de anteojos que aventajan con mucho a los nuestros; pues aunque sus grandes telescopios no exceden de tres pies, aumentan mucho más que los de cien yardas que tenemos nosotros, y al mismo tiempo muestran las estrellas con mayor claridad. Esta ventaja les ha permitido extender sus descubrimientos mucho más allá que los astrónomos de Europa, pues han conseguido hacer un catálogo de diez mil estrellas fijas, mientras el más extenso de los nuestros no contiene más de la tercera parte de este número. Asimismo han descubierto dos estrellas menores o satélites que giran alrededor de Marte, de las cuales la interior dista del centro del planeta primario exactamente tres diámetros de éste, y la exterior, cinco; la primera hace una revolución en el espacio de diez horas, y la última, en veintiuna y media; así que los cuadros de sus tiempos periódicos están casi en igual proporción que los cubos de su distancia del centro de Marte, lo que evidentemente indica que están sometidas a la misma ley de gravitación que gobierna los demás cuerpos celestes." (Los Viajes de Gulliver, Jonathan Swift, 1726).

Jonathan Swift se adelantó a la ciencia nada menos que 150 años. Fue en 1877 cuando el astrónomo Asaph Hall descubrió los dos satélites naturales de Marte: Fobos y Deimos (los nombres están relacionados con su planeta, pues significan "Terror" y "Miedo", muy vinculado al dios de la guerra).

Fobos y Deimos son dos extrañezas astronómicas, pues son absolutamente irregulares, son trozos de roca capturados por el planeta y que además no tienen una órbita estática, dado que uno se está acercando y el otro alejando del planeta. Fobos es la luna más cercana, pero, ahí Swift no acertó. Está a 9.000 Km del centro de Marte, lo que supone 1,5 veces el diámetro de éste y orbita una vez cada 7 horas y media. En unos millones de años terminará chocando con el planeta. Deimos está más lejos, a unos 23000 Km del centro del planeta (aproximadamente 4 veces el diámetro de éste) y orbita cada 30 horas. Igualmente, en unos millones de años, será expulsado de la órbita al espacio. 

Pero en el fondo no está tan lejos la predicción de Jonathan Swift. No deja de ser curioso cómo pudo acercarse tanto a la realidad en un cuento escrito tanto tiempo antes que la realidad. ¿Fue un adivino? ¿Intuición? Pues parece ser que no, sólo era información.

En 1610 Galileo descubrió 4 lunas en Júpiter (Ío, Europa, Ganímedes y Calisto). En base a ese descubrimiento, Kepler, matemático del espacio por excelencia, hizo una regla de tres: si Venus no tiene satélites, La Tierra tiene 1 y Júpiter tiene 4, obviamente, Marte debía tener 2. Así de simple, adjudicados dos satélites a Marte.

Además, las leyes de Kepler decían que el cuadrado de los periodos de las órbitas era proporcional al cubo de la distancia. Swift fijó la distancia a 3 y 5 veces el diámetro del planeta, y, aplicando esta regla cuadra exactamente con los periodos de la obra de Swift: 10 horas y 21,5 horas. Swift aplicó las leyes de Kepler en este tema, sin duda.

Sólo nos quedan una apreciación más: ¿Por qué eligió Swift 3 y 5 veces el diámetro? ¿y porqué el periodo de 10 horas? Pues también tiene su explicación. En 1925 se publicó un artículo en la revista Popular Astronomy llamado "The moons of mars" que lo explica: en 1695 se publicó un estudio del matemático y astrónomo David Gregory sobre las lunas de Júpiter, estableciendo la más cercana a 5,66 radios y tenía una órbita de 30 horas y la segunda a 9 radios, con una órbita de 43 horas. Pasado a diámetros y redondeando, Swift fijó las órbitas de sus lunas en Marte: 3 y 5 diámetros. 

Gregory era miembro de la Royal Society mientras Swift estaba en Londres en temas relacionados con la política. No hay constancia de que se conocieran, pero aunque no lo hicieran, Gregory era una eminencia en Londres, así que seguro que sabía quien era.

Sobre el periodo de 10 horas, quizás lo más enigmático, hay varias opiniones, pero quizás la más fiable es que simplemente, le pareció lógica siguiendo la duración de la órbita publicada por Gregory sobre la luna de Júpiter. Y casi acertó.

Como curiosidad, decir que los 2 satélites de Marte es quizás el hecho más predicho en la literatura: también aparece en la obra de Voltaire Micromegas y en la obra de Cyrano de Bergerac.

Swift no era un adivino, simplemente, era un hombre informado. Tuvo suerte, sin duda, porque Júpiter realmente tiene decenas de lunas (ya van por 67) y el periodo fue determinado casi por casualidad, pero en realidad todo tenía una base científica con los datos que había en la época. Lo que no cabe duda es que estar al día y aprender siempre te da un plus, a veces, hasta pareces un adivino.

jueves, 7 de julio de 2016

Un paso para la igualdad

La evolución de un país no siempre se consigue de la forma más recta que uno pueda entender. Hay que perseguir un fin, y eso puede llevar a tomar decisiones complicadas. Pero hay personajes que son capaces de intentar sobreponerse a ello e intentar seguir un camino, a veces, en contra de si mismo, simplemente, porque considera que es el camino adecuado.

Uno de ellos es un político poco conocido de primeros de siglo, José Canalejas.

Canalejas llegó a presidente del gobierno tras la dimisión de Segismundo Moret, en 1910. Estuvo sólo 2 años como presidente, pero se tomaron medidas y fue muy activo. No olvidemos que era un país muy diferente al de ahora, otro contexto y con un pésimo estado de ánimo tras el fiasco de finales del siglo XIX. Ideológicamente era progresista y defendía que debía de adoptarse medidas democráticas y anticlericales. Sin embargo, era profundamente católico (lo llegaron a describir como un "anticlerical católico").

Al poco de llegar al poder, empezó una negociación para menguar el poder de la Iglesia en el estado de esa época. Y rápidamente promulgó la conocida como Ley del Candado, lo que se consideró un paso previo para una reforma más profunda que intentara tratar a las órdenes religiosas como asociaciones. Esto le granjeó grandes enemistades en los poderes religiosos, pero él siguió con sus ideas claras.

También abolió un impuesto que se conocía como "Contribución de consumos" que realmente era un impuesto que afectaba más a los más débiles, dado que gravaba los bienes "de comer, beber y arder". Canalejas defendió su eliminación y a cambio para compensar la recaudación, estableció un impuesto a las rentas urbanas más acomodadas. Le costó también enemigos en casa y muchos de su partidos votaron en contra, pero consiguió aprobarla.

Pero la medida más igualitaria que implantó fue, curiosamente el servicio militar. El servicio militar fue creado en la época de Carlos III, pero las Cortes de Cádiz de 1812 establecieron una serie de exenciones en las que podría uno librarse a cambio de un donativo. Era una medida exclusivamente recaudatoria en un país en guerra. Pero se mantuvo durante todo un siglo. En 1837 se regula el concepto "sustituto" en el que otro podría ir por uno a cambio de dinero (unos 6.000 reales). Y en 1851, se regula el donativo llamándose "redención en metálico", estableciéndose en unos 15.000 reales.

Obviamente, esta medida, derivo en que el servicio militar era algo de pobres, porque no podían pagar la exención. Los ricos tenían recursos para librarse de él.

Canalejas estableció el servicio militar universal y eliminó tanto el "sustituto" como la "redención en metálico". Para conseguirlo tuvo que permitir que un existiera un donativo para reducir el tiempo a 10 meses o 5 meses (y solo en tiempos de paz). Sin embargo nadie se libraba. Bueno, nadie no. Se libraban los hijos únicos de las viudas, como guiño a las clases más bajas (y contrapeso al donativo que tuvo que aceptar) y los que físicamente no podrían realizarla. La medida era un punto de inflexión en cuanto a la igualdad de las clases sociales y logró algo muy importante: puso en contacto a todas las clases, dado que al menos unos meses convivían en un cuartel reclutas de toda condición.

Hoy en día la mili se ve como algo propio del franquismo, un residuo de la derecha, pero más vale conocer su origen. En su momento, fue un paso adelante a la igualdad. El dinero no valía para ser una clase superior, al menos en cuanto al servicio militar.

Canalejas, con estas ideas no duraría mucho y así fue. En 1912 fue asesinado en la calle, tiroteado en la puerta de una librería. Oficialmente, asesinado por anarquistas. En realidad, hay muchas dudas al respecto. En cualquier caso, sus enemigos no querían que el país evolucionara. Desde su muerte, la lucha por el poder tuvo como único fin: tener el poder. Un mal que, salvo honrosas excepciones, nos dura hasta hoy.

A veces hay que mirar a personas de otra época que quisieron hacer cosas que consideraban buenas, simplemente porque lo eran, aunque esas medidas les perjudicaran. Quizás si pensáramos todos así, el mundo iría mucho mejor.

domingo, 5 de junio de 2016

Una maravilla perdida

Un amigo del equipo de baloncesto me puso sobre la pista de esta nueva entrada. Un lugar maravilloso, y, aunque conocido, ha quedado alejado del mundo y hoy en día, lo que no está en el camino, no existe, aunque sea digno de ver.

Hago referencia en este artículo a un pueblo de la provincia de Toledo, muy conocido en cuanto a nombre, pero que pocos de los lectores sabrán colocar en el mapa. Se trata de Orgaz. Por supuesto es muy conocido gracias al lienzo de El Greco, que se encuentra en la Iglesia de Santo Tomé, en Toledo y que, como todo el mundo sabe se llama "El entierro del Conde de Orgaz".

El famoso Conde de Orgaz ni era conde ni era de Orgaz, pero como el cuadro tiene su historia, la contaré. Don Gonzalo Ruiz de Toledo, nació en Toledo a mediados del siglo XIII. Era señor de Orgaz señorío creado en 1220, aunque aún no era condado. Vivió en Toledo y tuvo una vida bastante respetable. Gozó de buena posición en influencia y era querido en esa ciudad. Don Gonzalo era muy devoto de Santo Tomás y pidió ser enterrado en un lugar no preferencial dentro de esa iglesia. Y así se produjo cuando murió en 1323. En su testamento, dejó escrito que la villa de Orgaz debía donar cada año a esta Iglesia 2 carneros, 8 pares de gallinas, 2 pellejos de vino, 2 cargas de leña y 800 maravedíes. Ahí quedó.

Pero la historia es testaruda y en 1564, casi 250 años después un párroco de la Iglesia detectó este testamento y solicitó a la villa de Orgaz (que ya era condado, desde 1529) que cumpliera la voluntad. Se habían impagado muchísimos años y, evidentemente, el tema fue a juicio, que fue resuelto cinco años después por la Real Chancillería de Valladolid, condenando a Orgaz al pago, que así se produjo (es increíble, pero la sentencia es accesible en el registro de archivos históricos de España). El párroco quiso perpetuar a D. Gonzalo y contrató a un pintor local, que vivía cerca y era parroquiano a que representara su entierro. No podía sospechar que después sería mundialmente conocido como uno de los mejores pintores de la historia. Firmaron el acuerdo en 1586 y el cuadro se entregó en 1587. El Greco pidió 1.200 ducados, pero el párroco, bastante rácano y amigo de los pleitos intentó negociarlo. Le salió mal la jugada y finalmente El Greco recibió el precio solicitado en 1590, quedando para la posteridad el famoso "Entierro del Conde de Orgaz" en la Iglesia de Santo Tomé.

Sin embargo, esta obra es muy conocida, así que no es la joya que me refería en el inicio de esta entrada. El caso es que otros 200 años después en 1738 un arzobispo niño de Toledo (El infante D. Luis, hijo del Rey Felipe V y que había sido nombrado arzobispo en funciones de Toledo con sólo 8 años) en uno de sus viajes por la provincia vio una iglesia medio derrumbada en un pueblo ya decadente, Orgaz, y decidió reconstruirla. Realizó una convocatoria, y, oh sorpresa, se presenta a la misma el mayor arquitecto español de la época: Alberto Churriguera. Churriguera, que había contruido la Catedral Nueva de Salamanca, había diseñado y estaba construyendo la Plaza Mayor de Salamanca, decide dejarlo todo y perderse.

Nunca se sabrá qué quería Churriguera yéndose a Orgaz, pero lo que se sabe es que allí se casó y tuvo dos hijos. ¿Quizás fue por amor? No lo parece, pero sin duda es un hecho extraño que decidiera abandonar las mayores obras del estado para llegar a este pequeño pueblo.

Churriguera murió en 1750 sin haber finalizado la Iglesia del todo, aunque fue enterrado allí. Ésta finalizó en 1763.

Hoy en día Orgaz cuenta con menos de 3.000 habitantes y está en la carretera antigua a Toledo. Por allí no pasa casi nadie. Pero mi amigo se perdió y apareció allí hace unos años. Y se topó, sin saberlo, con una increíble catedral en un pueblo minúsculo. Preguntó para visitarla y, lo que pasa en los pueblos: la vecina tenía la llave. La abrió y pudo disfrutar en silencio de una joya, una auténtica maravilla de uno de los mejores arquitectos españoles y que está escondida en Orgaz. Quizás algún día sabremos lo que tenemos y podremos disfrutarlo o quizás estemos demasiado ocupados en otros temas como para salirnos de las autovías.

domingo, 22 de mayo de 2016

La fe en tus cálculos

Ahora estoy estudiando con mi hijo el Sistema Solar y al hacerlo he recordado una historia que es la historia de la fe en lo que uno hace. Esta fe sirvió para, nada menos que ampliar el sistema solar.

Para ello, retrocedamos al año 1781. En ese año, Sir William Herschel anunció el descubrimiento del primer planeta que se detectó con telescopio: Urano (del que ya escribí una entrada: "Rodando por el espacio"). Este anuncio comenzó el análisis de la órbita de Urano, publicándose en 1821 los cálculos de la órbita completa.

En esos cálculos se veían anomalías, no cumplían  parte por que Urano va rodando, pero parte por algún fenómeno que no se explicaba bien, por lo que se dedujo que algo debía estar pasando. ¿Acaso la Ley de Gravitación de Newton era falsa? ¿Acaso existía otro planeta más alejado que influyera en la órbita de Urano? Había mucha incertidumbre en este tema, pero algo pasaba.

En 1845 y 1846, un francés, Urbain Le Verrier, matemático especializado en mecánica celeste estudio el tema y calculo, no sólo que las anomalías de los movimientos de Urano venían por la presencia de otro planeta, sino que predijo su posición. En 1945 publicó varios artículos sobre el tema y fue en verano de 1946 cuando envió al Observatorio de Cambrigde una carta indicándole la predicción. El director del Observatorio de Cambridge lo despacho con algunas preguntas de poca monta, pero Urbain estaba convencido y envió los cálculos al observatorio de Berlín. Los cálculos llegaron el 23 de septiembre de 1946 y esa misma noche, el director del Observatorio Johann Gottfried Galle descubrió Neptuno a menos de 1 grado de donde había predicho Le Verrier. Se había descubierto el primer planeta gracias no a la observación astronómica, sino al conocimiento matemático de las leyes naturales. Un gran paso científico.

Poco después se anunciaba el descubrimiento... y empezó la polémica. Los ingleses reclamaron que poco antes de Le Verrier, un matemático inglés, llamado John Adams realizó cálculos matemáticos que indicaban su posición y envió sus cálculos al mismo observatorio de Cambridge, al que tampoco se le hizo caso. Se inició una de las mayores polémicas científicas de la historia y finalmente, la comunidad internacional decidió dar el mérito a los dos científicos por haber realizado los cálculos. Pero la polémica no se cerró hasta, parece mentira hace sólo 16 años. En 1998 se descubrió el archivo del Observatorio de Cambridge sobre Neptuno. Ahí se descubrió que John Adams había utilizado los cálculos que Le Verrier había publicado en los artículos previos sobre sus cálculos, pero como estaban incompletos, el resultado no era correcto. La previsión de Adams era incorrecta y tenía un desfase de más de 20 grados. Desde finales del siglo pasado, todo el mérito es de Le Verrier.

La designación del nombre, envuelto en el enfrentamiento del descubrimiento, tampoco estuvo exenta de polémica. Hubo muchas propuestas (entre ellas el mismo nombre de Le Verrier), pero finalmente fue el propio matemático descubridor quien decidió su nombre: Neptuno. Fue aceptado a finales de 1846. Una cosa curiosa es que este planeta no se llama igual en todos los países. En la India se llama Varuna (Dios del Mar en la mitología hindú) y en Japón, China y Corea su nombre se traduce como "Estrella del dios del mar", como se diga en cada una de sus lenguas.

Lo que más me gusta de la búsqueda de Neptuno, no es sólo la capacidad que tuvo Le Verrier en realizar los cálculos predictivos, que no deja de ser algo digno de alabanza, sino la fe que tuvo en mantener sus cálculos y buscar quien podría corroborarlos. La fe en su capacidad cambió el universo conocido. ¿No deberíamos hacer lo mismo cada uno a nuestro nivel? Seguro que así, el mundo sería mucho mejor.

sábado, 30 de abril de 2016

El análisis de la espera

Hay personas que son casi desconocidas y que han realizado una contribución al mundo de una forma que prácticamente no se podría entender sin su capacidad. Estos genios humildes, que cambian el mundo en silencio, son mis favoritos. Mis auténticos ídolos.

La persona de la que hablaré hoy, es además, inspirador del campo que a mí, en mi vida personal más me gusta y de la que me gusta decir que es lo único de lo que quizás se algo: las colas.

Este campo, era una entelequia hasta que a primeros del siglo XX un danés, llamado Agner publicó el primer artículo sobre él. Y cambió el mundo. De hecho es el principal contribuidor a vivir en el mundo tecnológico que tenemos actualmente. La gran transformación del siglo XX vino de su mano.

Agner era el segundo de una familia normal. Cuatro hermanos. El padre, maestro de escuela. La madre, trabajaba en casa, descendiente de una familia relacionada con la iglesia protestante. Iba a una escuela pública, porque el dinero no daba para más. Eso sí, el niño destacaba. Era listo y tenía una grandísima memoria.

Con 14 años, viajó a Copenhagen con su hermano para pasar el examen de primaria, la reválida que se conocía en España. Era dos años menor que él y tuvieron que autorizarlo especialmente, porque no tenía la edad mínima, pero aún así, la pasó con distinción. Volvió a su ciudad y se dedicó a lo que su padre. Lo ayudó a dar clases a niños en su escuela mientras seguí formándose: astronomía, francés, latin y gramática. Quería entrar en la universidad y tenía que prepararse. Tuvieron que becarlo y ayudarle económicamente, porque la situación familiar no daba para dispendios, pero, con 18 años consiguió entrar en la Universidad, para estudiar matemáticas. En sólo 3 años, se licenció y volvió a dedicarse a lo que su familia era: a dar clases en escuelas. 

Nada parecía indicar que el joven cambiaría el mundo. Aquello que no es ilusión o utopía, sino justicia. Pero quiso el destino que, durante ese tiempo, se entretuvo en investigaciones matemáticas, llegando a recibir un premio en 1904, con 26 años. Empezó, como a mí, a interesarle la teoría de la probabilidad cuando abandonó la universidad y e investigaba sobre ella. Especialmente cuando ingresó en una compañía de telefonía danesa en 1908, la Copenhagen Telephone Company, que ya nunca abandonaría. La compañia no sabía lo que estaba fichando.

En 1909 publicó un artículo que para mí es el santo grial: The theory of probability and telephone conversations. El inicio de una investigación que siguió toda su vida y que después ha dado pie a miles de aplicaciones

Básicamente, descubrió que las llamadas de teléfono se comportan como una cola. Una cola exactamente igual que una fila de personas y la describió matemáticamente.  Años más tarde, en 1917 publicó soluciones a esa descripción, determinando el tiempo medio de espera en la cola, con la que podía trabajarse en los sistemas para evitar esperas innecesarias. ¡Permitía aumentar la capacidad de la red!, ¡evitar llamadas perdidas! pero ... ¿sería aplicable a otros ámbitos? ¡Pues claro!, todo el mundo ha sufrido alguna vez una espera tediosa.

Desde hace años, cuando visitaba al hiper y me tocaba esperar, le decía a mi mujer que era esperar por esperar, porque haciendo una sola cola se tardaría muchísimo menos. Recientemente, hemos visto cómo. una gran cadena de supermercados, Carrefour decidió implantarla con un resultado increíble. El tiempo medio de espera se ha reducido casi exponencialmente.

Evidentemente, hay muchas más aplicaciones: inspecciones en la fronteras, tráfico rodado, gestión de almacenes, y cualquier otra actividad que implique una espera.

Su teoría es quizás la teoría más estudiada en el siglo XX y por supuesto se le dió su nombre a la unidad que la regula. Es una unidad de difícil explicación, pero con un ejemplo se ve claro: En el ejemplo del Carrefour, es el número medio de cajeras ocupadas por unidad de tiempo para atender a todo el mundo. Si hay 10 cajeras, no puede servirse más de 10 personas, aunque la nuestro personaje demostró que nunca se llegará a esa cantidad. Es más, por encima de una media de 9 cajas ocupadas simultáneamente, la cola empieza a crecer desproporcionadamente.

Nuestro personaje, Agner, murió joven, en 1929 con sólo 51 años, pero había desarrollado una teoría para la vida cotidiana. Por cierto, tiene un apellido altamente reconocible en entornos tecnológicos: Earlang. 

Invitó al lector a que busque el apellido en Google. Se asombrará la cantidad de referencias de telecomunicaciones que encontrará... y que no aparecerá ninguna referencia al personaje. A veces hay personas que son superadas por su invención. Este es uno de los casos, aunque yo siempre le estaré agradecido.

sábado, 16 de abril de 2016

Dos fechas iguales, pero distinto día


La entrada de hoy va en relación a un día especial, el día 23 de abril. Es el "día del libro", fijado internacionalmente porque ese día se conmemora el fallecimiento en 1616, tanto de Cervantes como de Shakespeare, los dos grandes escritores de la literatura española e inglesa, respectivamente.

Pero esa coincidencia tiene una curiosidad en relación a otro tema que ya se trató en este blog hace algún tiempo.

No quiero entrar si Cervantes falleció ese día o no (parece que ese día fue cuando se enterró, por lo que debió morir el día antes), sino una paradoja: efectivamente ambos están relacionados con esa misma fecha, 23 de abril de 1616, pero no era el mismo día.

¿Y como puede ser esto? Pues para los más hábiles, ya se habrán dado cuenta. Y no es un hecho insólito, sino algo más simple. España, en esa épica era el adalid del catolicismo, y cuando el Papa Gregorio XIII decidió asumir el calendario propuesto por la Universidad de Salamanca, en 1582, España lo introdujo de inmediato. De hecho, en España entró en vigor el calendario gregoriano el 15 de octubre de 1582, eliminando del mismo 10 días (del 5 al 15 de octubre de 1582). Sin embargo, Inglaterra, después de la separación de la Iglesia de Roma en el reinado de Enrique VIII, tardaron algo más.

En ese momento bastaba que el Papa promulgara un edicto para que Inglaterra no lo considerara, aunque fuera técnicamente correcto. Esto pasó en multitud de países (los protestantes y ortodoxos, principalmente) y fueron adoptando el calendario poco a poco, a medida que veían las bondades técnicas del mismo. Parte de Alemania lo asumió en 1610 (la otra en 1700), Francia en 1682 e Inglaterra en 1752.

¿Qué quiere decir esto? Pues resulta que cuando en España era el 23 de abril de 1616, en Inglaterra era el 13 de abril y cuando en Inglaterra era el 23 de abril, en España era el 2 de Mayo.

Así que, cuando escuchéis que es el día del libro porque Cervantes y Shakespeare murieron los dos el mismo día, podéis negarlo, porque efectivamente, se puede decir que murieron los dos la misma fecha, pero en ningún caso murieron el mismo día.

Una última curiosidad en relación al calendario: el último país en en asumir el calendario gregoriano fue Grecia, muy muy recientemente. En concreto, entró en vigor el 15 de febrero de 1923. A ese día le siguió el 1 de marzo (ya no eran 10 días, sino 13, por los 3 años centenarios que habían sido bisiestos en el calendario juliano pero no en el gregoriano: 1700, 1800 y 1900).

Ah! Y sí que hubo un escritor famoso que murió el 23 de abril de 1616 y no fue ni Cervantes, ni Shakespeare. Fue Inca Garcilaso de la Vega, un escritor español considerado como el primer mestizo biológico y espiritual de América.

Ahora, sólo queda felicitar a todos el día del libro y que, la semana que viene que se cumple el 400 aniversario de ese día, compartamos un Maratón de Lectura de la gran obra universal hispana, El Quijote, para atraer la cultura a todos. Gran labor realizada por grandes personas que conseguirán hacer un mundo mejor.

domingo, 27 de marzo de 2016

Pioneros y olvidados.

A veces los españoles hacemos cosas que son francamente increíbles. Cosas fuera de su tiempo. Sin embargo, tenemos un sentimiento de culpa que nos lleva a ningunear nuestras acciones y a sobrevalorar las acciones de otros. Nuestra obra más universal derivó en una palabra negativa, para definir precisamente la valoración de lo propio: quijotismo. Somos así.

Y la historia de hoy es un hito del mundo del cine, pero desconocido en España. En España, los años 40 son años de miseria y hambre. Nuestros mayores nos lo cuentan y nuestros niños no se lo pueden imaginar. Un país donde no había comida, donde conseguir algo de leche o patatas era un festín, donde la carne era ciencia ficción. Un país destrozado por una guerra y un dictador.

Cartillas de racionamiento, miedo a la represión militar, pobreza. Pero España es un país capaz de realizar cosas increíble. En la dificultad el español se crece, casi de la misma forma que se mengua en la abundancia.

Así, en un país que tenía un salario medio industrial de 12,27 pesetas diarias, unos locos de Barcelona decidió jugarse todo su patrimonio para conseguir poder distribuir las películas de Disney. En aquel momento era necesario producir películas propias para distribuir las que podrían venir de otros países. Así que decidieron arriesgarse y crear un engendro: la realización de una película de animación en color, al estilo de Blancanieves y los 7 enanitos, creada por Disney apenas 6 años antes.

Era toda una aventura. No sólo por lo que significaba tecnológicamente, sino porque no había público, y las autoridades no debajan mucho margen para trabajar. Los locos eran Ramón Balet y Jose María Blay, creando la productora Balet y Blay. Había que elegir un argumento adecuado. Para evitar problemas, eligieron un cuento recién publicado por el régimen: Garbancito de la Mancha, de Julián Pemartín. Julián Pemartín era en ese momento el Director del Instituto Nacional del Libro, así que seguro que dejarían la película y no se entrometerían en ella. De hecho, se modificó y se introdujeron escenas y guiños para reducir la carga ideológica (pro-régimen) de la obra escrita. El peloteo de haber seleccionado la obra del censor eliminaron los problemas. Y empezaron a trabajar en 1943.

Se emplearon a 90 personas y se realizaron más de 350.000 dibujos, capitaneados por Arturo Moreno. En aquella época, la animación se hacía a mano y había que filmar pasando las hojas de los dibujos. Completamente artesanal. Tardaron 2 años en dibujarlo todo. En total el presupuesto fue de 3.800.000 pesetas. Una auténtica fortuna para la época.

Si se tiene en cuenta que el salario medio actual en la industria es de 101 euros (datos del INE de diciembre de 2014), y haciendo la equivalencia, la película hubiera tenido, a día de hoy un presupuesto de más de 31 millones de euros. Sería la tercera película española con más presupuesto. Una auténtica barbaridad.

Arturo Moreno y los productores eran unos románticos admiradores de Disney y decidieron hacer a mano las mejores técnicas, así que la película se rodó en color. Se convirtió en histórica, al ser la primera película de animación en color fuera de Estados Unidos.

La película, lejos de ser un fracaso, fue todo un éxito. Se comportó bien en taquilla y por supuesto, las críticas fueron buenas. ¿Alguien de aquella época osaría criticar a un libro de un autor del régimen? Es más, no fue sólo el hito de la película, fue también la primera gran marca de merchandising en España. Se hicieron cromos, muñecos, libros,... Los productores no sólo consiguieron recuperar la inversión, ganaron en torno a 2 millones de pesetas de esa España. Un exitazo.

Sin embargo no soportó el paso del tiempo. Estaba demasiado condicionada por el momento en que se hizo. Diálogos anticuados (como casi todos los escritos que de esa época) y su calidad técnica no puede ser comparable con las actuales. Incluso la Blancanieves de Disney, obra maestra sin duda, no soportaría cualquier análisis machista en los tiempos actuales. No puede perderse la perspectiva que son películas de otra época.

Pero el español es así y la obra quedó en el olvido y hoy en día quedan solo copias en baja calidad. Nadie ha querido restaurarla (incluso traducirla a un lenguaje más actual). Sólo a finales de 2015, cumpliendo los 70 años de la película se realizó una exposición en Barcelona recordándola.

Aunque la película no soporte una proyección hoy en día, es una pena que la ninguneemos de esa forma. La película en sí es un hito, por lo que significó y por lo el ingenio de los productores. Es en los momentos de dificultad cuando los españoles sacamos lo mejor de nosotros y esta película es una muestra más de ello.

domingo, 13 de marzo de 2016

Un brillo que no puede contenerse

En la historia de la ciencia hay pocas mujeres que brillen con luz propia. Nuestra civilización prefirió abandonar  a la mitad de su capacidad por religión, costumbre o, simplemente, miedo.

Pero afortunadamente hay excepciones. La historia de hoy comienza en un pequeño pueblo de Massachusetts, Lancaster, donde en 1868 un pastor protestante tiene un hija a la que llamó Henrietta. Henrietta Swan Leavitt. Afortunadamente para todos nosotros, el pastor decidió que su hija estudiara y tras cursar la primaria ingresó para licenciarse en el Instituto Radcliffe, una sección femenina de Harvard, con muchísimo menos prestigio. Al fin y al cabo sólo estudiaban mujeres.

En esa licenciatura estudió arte, griego clásico, filosofía, geometría analítica y cálculo. Y en su último curso estudio algo de astronomía, que superó con notable. Era el año 1892 y Henrietta había conseguido licenciarse con 24 años. No era ninguna lumbrera, pero, desde luego no era nada tonta.

Además, tras acabar los estudios, dedicó un tiempo a viajar, en el que cogió una enfermedad que le atacó al oído, quedando sorda total.

Así que tenemos a Henrietta, una mujer ya de 25 años, sin un brillante expediente académico, sin experiencia académica y sorda. Difícil futuro para ella. Pero, consiguió entrar como ayudante en un laboratorio donde una serie de mujeres trabajaban como lo que ahora serían becarias para el profesor Edward Pickering, uno de los principales astrónomos de la época y director del observatorio de Harvard. Gratis, eso sí. Ella era una más de aquellas chicas, a las que llamaban "computadoras", pues su único trabajo, día tras día, era clasificar miles de fotografías espectrales de estrellas. A pesar del poco prestigio, era un grupo muy profesional. Idearon una clasificación en función del espectro y del brillo y clasificaron cientos de miles de estrellas. Esa clasificación sigue usándose hoy en día.

En ese trabajo, Henrietta estaba bastante valorada, pero siempre como ayudante, nada más. Pickering le asignó el trabajo de analizar las estrellas variables cuya luminosidad varía con el tiempo, y le asignó un sueldecito. Leavitt analizó una a una 1777 estrellas y en particular las Cefeidas. Recibía un salario de risa: treinta centavos la hora. Pero ella era tenaz y meticulosa, se dedicó durante años a hacer su trabajo. Le jefa de las "computadoras" la definió como "la mente más brillante del laboratorio". Y, claro, destacó. 

Después de mucho análisis se dio cuenta que el periodo de las Cefeidas variaba de forma distinta en función del brillo, y consiguió determinar la relación entre el brillo y el periodo. Realizó un trabajo que lo describía y se lo entregó al profesor Pickering. Pero Henrietta era una becaria, mujer y sorda. Obviamente, no fue considerado. Sin embargo, años después, en 1912, el profesor se dio cuenta que estaba en lo cierto y tuvo las agallas de los sabios: publicó el estudio "Periodo de 25 estrellas variables en la pequeña nube de Magallanes" firmado por él mismo (para asegurarse que fuera publicado) e incluyó una frase inicial: "El siguiente estudio ha sido preparado por la Srta Leavitt", reconociendo de este modo, y para siempre, la valía de su ayudante.

Esta relación entre el brillo y el periodo ha sido posteriormente vital para la astronomía porque ha servido para conseguir medir el espacio. Determinar el brillo de una estrella permite, sabiendo con la intensidad que llega a verse, conocer su distancia. Y Henrietta había conseguido conocer el brillo de forma indirecta, a través del periodo de la estrella, lo que daba una opción a medir. El cielo estaba mucho más cerca desde ese día.

Sus avances fueron muy utilizados por los profesores de Harvard, en especial el profesor Hubble (que dio nombre al telescopio espacial), que, gracias a las reglas definidas por Henrietta y a las variaciones espectrales, determinó que la mancha de la constelación de Andrómeda no era una nube, sino, una gran y lejana Galaxia, a la que le dio el mismo nombre, Andrómeda y, de paso, descubrió que el Universo no se acababa en la Vía Láctea. Había galaxias más allá.

Henrietta siguió toda su vida como ayudante, y falleció relativamente joven, en 1921, de cáncer. En su testamento dejó todo lo que tenía: 11 objetos que sumaban un valor de 392 dólares. Pura humildad para la mujer que había conseguido averiguar cómo medir el Universo.

Quiere el capricho de la historia que tres años después de su muerte se enviara una carta desde Suecia para proponerla para el Nobel, por su descubrimiento, aunque como el Nobel no puede otorgarse a personas fallecidas, nunca fue propuesta. Pero al menos dejó constancia que hay personas que aunque sean humildes, por voluntad y porque las circunstancias se lo imponen, tienen tanto brillo que no pueden evitar destacar. Y ese brillo, como el que sirvió a Henrietta para medir el espacio, no puede contenerse.

martes, 8 de marzo de 2016

Vuelva usted mañana... si estamos

Este fin de semana lo hemos pasado en compañía de auténticas Viejas Glorias en un sitio fantástico, Teba, en la provincia de Málaga. Hemos visitado el Desfiladero de los Gaitanes y, en las visitas a los embalses del Guadalteba, Guadalhorce y el embalse del Conde he encontrado una historia curiosa. Una demostración de lo que es este país, tan bien descrito por el inolvidable Mariano José de Larra en su artículo "Vuelva usted mañana" (que por cierto recomiendo leer, porque podría estar publicado en estos días sin perder vigencia alguna).

Vayamos a primeros del siglo XX, cuando la zona del Desfiladero de los Gaitanes comienza a desarrollarse con una central hidroeléctrica (que llevó a la construcción del famoso "Caminito del Rey") y una presa. El desarrollo de los cultivos de la zona, en los planes de conolización rural de la época de Franco, llevó sobre 1960, a analizar proyectos para dotar de más agua a la zona y que, además permitieran solucionar problemas de recrecidas en la ciudad de Málaga. Tras varios análisis se establece, en 1961 que la solución para por construir dos presas, una en el río Guadalteba y otro en el río Guadalhorce justo en la confluencia de los dos ríos, de forma que sean casi una sola presa. Las obras de éstas comenzaron en 1966 y... aquí comienza nuestra historia.

Y comienza porque la construcción de estas presas inundarían una zona bastante extensa, y entre ellas, inundará un pueblo, Peñarrubia y su pedanía Gobantes, que además era una estación férrea de la línea Algeciras - Bobadilla.

Tras varios años de protestas e inquietudes, acrecentados por el secretismo de la propia administración que no daban información veraz a los vecinos, pero que veían que a pocos kilómetros se estaba construyendo una presa y cómo el pueblo dejó de recibir obra alguna, todo se confirmó en 1969, El 25 de abril el Consejo de Ministros aprobó el abandono del pueblo, ofreciendo varias alternativas de reubicación entre los poblados colonos de la época. En 1970 se establecieron las indemnizaciones y comenzó el éxodo, aunque el desalojo oficial comenzó el 30 de Marzo de 1971. Ese día el ACB publicó: "Comenzado el desalojo del pueblo de Peñarrubia (Málaga)", estableciendo en 4.000 los vecinos que se tendrían que desplazarse.

El traslado finalizó en abril de 1972, la mayoría se trasladaron a Santa Rosalía, cerca de Málaga. Peñarrubia ya era un pueblo fantasma y se tiró abajo todo menos tres edificios, que se dejaron como recordatorio a lo que fue: la iglesia, el colegio y el cuartel de la Guardia Civil. Así llegamos a enero de 1973. Llovió y el embalse hizo su función. El pueblo desapareció... o no.

Buceando en las actas de la época, veo que el 20 de junio de 1973, seis meses después de que el pueblo desapareciera, literalmente del mapa, se designan a cuatro personas (Eulogio Abelenda, José Fernández, Diego Martínez y Carme Werner) en pleno en la Diputación de Málaga para que se estudiara "el mejor destino para el municipio de Peñarrubia, sus tierras y sus gentes". El Ayuntamiento de Peñarrubia inició el expediente unos meses antes, pero no había llegado a ningún sitio, aunque sí estableció ciertas condiciones para quien incorporara el terreno: debía absorber la plantilla, facilitar el archivo de documentos y condicionar la entrega de los bienes a lo que suceda con Santa Rosalía (donde se habían marchado la mayoría de vecinos). Recuerdo que el pueblo ya llevaba 1 año y 2 meses sin población y casi 7 meses dentro del pantano.

Fue el 14 de julio de 1973 cuando en un pleno extraordinario se expusieron las razones de Campillos y Antequera para su adhesión y se votó por unanimidad que el municipio se incorporara a Campillos. Este hecho se corroboró en un Decreto, el 1458/1975, de 12 de junio (¡3 años y 2 meses después del desalojo y 2 años y medio después de su desaparición bajo las aguas del pantano!) en el que integraba a Peñarrubia en Campillos "ante la inminente desaparición del municipio por la construcción del embalse sobre los ríos Guadalhorce y Guadalteba...". Tela

Como siempre la administración, a su ritmo. Me hubiera gustado ver la cara de un cartero buscando el Ayuntamiento llevando una notificación allá por 1974... y encontrarse un pantano. Bueno, siempre podía haberlo buscado en Google Maps, aparece... dentro del pantano.

Me encantó la historia, porque es una demostración clarísima que la administración va muy por detrás de la realidad, incluso en caso de hechos evidentes. Y, lamentablemente, no es un tema de otra época. Incluso ahora, en la era de la velocidad de la información, sufrimos estos males. Ojalá algún día podamos arreglarlo, en ello va, entre otras cosas, nuestro propio futuro.

lunes, 29 de febrero de 2016

Enterrados por el destino

La semana pasada mi hermana me exigió que escribiera una entrada sobre volcanes y ciudades enterradas en lava, porque parece que este verano van a tener la fortuna de poder visitar Pompeya. Obviamente esta es la primera referencia cuando uno piensa en este tipo de tragedias, pero ni es la única ni siquiera es la más importante.

Pompeya y Herculano fueron enterrados en lava en el año 79 d.C. la alta velocidad que alcanzó el flujo volcánico (se llama técnicamente flujo piroclástico), alcanzó a los habitantes y destruyó la ciudad completamente, dejándola fosilizada para la eternidad. Eso sí, no se puede pensar que Pompeya quedó como una fotografía. Sólo se han encontrado 2.000 cuerpos y se estimaba que la población rondaba entre los 10.000 y los 15.000 habitantes.

Pero como digo no es la única ni la más importante de las erupciones. Quizás la más importante para la historia haya sido la del volcán Laki, que generó nada menos que la Revolución Francesa (ver entrada "El origen de la república"), aunque no fue una erupción demasiado grande, sí llevó consigo muchos cambios, casi un cambio de era.

En el mundo de las erupciones volcánicas, un país destaca por encima de los demás: Indonesia. Indonesia es un país enorme, muy poblado, pero constituido por múltiples islas volcánicas (ver entrada "Un ejemplo de gestión de la diversidad"). Ese país acumula 6 de las principales erupciones de la historia. La mayor registrada es la del volcán Tambora, en la isla de Sumbawa, una isla del tamaño del doble de la provincia de Cádiz y que registró una erupción IEV-7 (indice que mide las erupciones volcánicas), el tope de la clasificación. Después de varios días dando avisos, el 10 de abril de 1815 se registró una explosión que se escuchó en Sumatra, a nada menos que 2.600 Km (creían que se estaban produciendo disparos). La explosión se estima en 800 Megatones, lo que viene a ser, unas 40.000 veces lo que fue la bomba de Hiroshima. Causó un tsunami de 4 metros en toda Indonesia y se depositaron cenizas a 1300 Km. Por supuesto, toda la vegetación de la isla se destruyó y murieron unas 12.000 personas directamente y hasta unas 70.000 por la hambruna y desolación que hubo en la isla. Como dato curioso, 1816, fue conocido en Europa como el "año sin verano", como efecto indirecto de esta erupción. También sepultó de forma casi intacta una ciudad, conocida también como Tambora y que se le llama como "Pompeya del Este", por las similitudes en las excavaciones.

La segunda de las erupciones famosas de Indonesia es la erupción del Krakatoa, en 1883. Fue un poco menor que la anterior (categoría IEV-6), pero es muy conocida porque fue un cataclismo épico. El volcán Krakatoa estaba (sí, digo bien, estaba) en el Estrecho de la Sonda, entre las islas de Sumatra y Java en una isla llamada Krakatoa. el 26 de agosto de 1883, después de varios meses de actividad, el volcán reventó. Literalmente reventó. Generó el mayor ruido de la historia (se escuchó en Mauricio a 4.800 Km de distancia y se dice que los marineros en un radio de 80 millas del volcán quedaron sordos). La explosión fue de unas 7.000 veces la bomba de Hiroshima, y desintegró la isla, haciéndola añicos y desaparecer. La erupción como tal no provocó muchas víctimas, aunque como hizo reventar una isla, generó un tsunami que mató a unas 36.000 personas y llegó nada menos que hasta Francia (sí, bordeando África). Como dato curioso, esta erupción consiguió demostrar que en determinadas circunstancias, la lava puede ir sobre el agua, dado que recorrió los aproximadamente 50 kilómetros que la separaban de la isla de Sumatra flotando sobre el mar.

El volcán quedó tranquilo pero no cesó de actividad. En 1926 emergió una islita volcánica en ese sitio (llamada "hijo del Krakatoa") y que va creciendo a razón de 5 metros al año. Está deshabitada (recomiendo un vistazo en google maps, porque es una isla desértica en un paisaje que es un vergel) y ya va por 300 metros. Quizás algún día vuelva a estallar.

Para terminar, tres erupciones que también destacan por algo: la primera la de Huaynaputina, en Perú. Fue el 19 de febrero de 1600 y dió al traste con unas 1600 vidas. También una explosión de IEV-6, tiene como hito que es la erupción volcánica que más ha afectado al clima en Europa. Esta erupción provocó un desfase de casi 1 grado en la temperatura en Europa y provocó las hambrunas de Rusia de 1600 y 1601, que mató a unos 2 millones de personas y provocó revueltas en Rusia, dando al traste con la dinastía de los Godunov en 1605.

La segunda, la del volcán más activo: el Monte Pelee en Guadalupe, Antillas Francesas. Desde 1790 hasta ahora, prácticamente tiene una erupción cada 50 años, siendo la mayor de ellas, la de 1902. En abril el volcán dio varias advertencias, pero como estaban tan acostumbrados a su actividad no le dieron importancia. El 3 de mayo hubo una invasión de animales salvajes en St. Pierre, la mayor ciudad de la isla huyendo del volcán, el día 5 se generó un tsunami y se intensificaron las erupciones hasta que el 8 de mayo el volcán explotó, enterrando directamente a la población de St. Pierre (la nube volcánica enterró la ciudad en menos de un minuto), matando a casi 30.000 personas.

La última, pues la mejor gestionada de las importantes. Fue producida en Luzón, Filipinas en 1991, por el volcán Pinatubo. No tuvo muchas víctimas aunque era un lugar muy poblado por indígenas (esa montaña, inactiva durante más de 500 años, fue el refugio de los indígenas cuando llegaron los españoles). Afortunadamente, dos indígenas avisaron de lo que se iba a producir cuando empezaron a ver los síntomas y dieron aviso que permitieron evacuar casi todos los poblados, quedando sólo unas 1.000 víctimas. Teniendo en cuenta que vivían 500.000 a menos de 40 km, y 30.000 en las laderas, no cabe duda que la evacuación fue todo un éxito. Aunque enterró a varios poblados es conocido como una gestión eficiente de la catástrofe. Meses después aún se veían cenizas de este volcán en Canarias y también tuvo consecuencias globales en cuanto a temperatura.

Esto son algunas de las erupciones más destacadas. Podría contar otras muchas, como la de Montserrat, que destruyó la capital de la isla en 1996 (Plymouth, foto) o la del Lago Nyos, en Camerún, que saturó de CO2 el lago y generó la mayor erupción de gas tóxico de la historia. En el fondo, todas tienen algo en común: cambiaron el futuro. El porvenir es caprichoso y a veces, la Tierra estornuda para recordarnos que, en cualquier momento, podemos ser enterrados por el destino, pero también para hacernos ver que la vida sigue incluso después de un cataclismo de ese calibre.


domingo, 21 de febrero de 2016

Menos es mas.

La historia de hoy es una historia de arrogancia y de una paradoja que se produce en telecomunicaciones que siempre me ha llamado la atención.

En telecomunicaciones, los radioenlaces (por cierto, denostados a nivel comercial, por una falsa creencia de peor calidad) tienen una particularidad: no siempre más visión es mejor. Un radioenlace es como un cable que se forma en espacio, es un cable imaginario que une una antena con otra. Ese "cable" tiene un rayo principal, que es la línea recta que une las dos antenas (que deben verse, literalmente, entre sí). Alrededor de esa recta el cable toma forma de elipse, uniendo las dos antenas formando una especie de globo. Cabe pensar que cuanto mayor sea el globo que es capaz de llegar de unir las dos antenas (el globo dejaría de hincharse cuando apareciera un obstáculo), más potencia llegaría a la otra antena y el resultado sería mejor, pero no es así. En la práctica se comprueba que la señal aumenta, hasta que llega un momento que empieza a menguar, hasta que se hace casi cero, y después vuelve a crecer.

Esto se debe a que a medida que el globo crece, el recorrido es más largo y se produce un desfase que termina compensando la propia señal inicial. Es como escucharse con retardo, que no entiende uno nada.

La parte del globo que hace que la señal crezca es la llamada primera zona de Fresnel. Cuando empieza a menguar estamos en la segunda zona de Fresnel, y así sucesivamente la tercera, cuarta, etc sumando y restando. Esto afecta en la práctica que si en un radioenlace hay un obstáculo que deja pasar la primera y segunda zona de Fresnel pero no más, la señal es muy inferior que si el obstáculo tapara más visión y sólo dejara pasar la primera zona de Fresnel. Es casi magia y completamente contrario al razonamiento lógico, pero los que hemos estado con radioenlaces alguna vez, sabemos que es así. En este caso, menos es más.

¿Pero quién fue Fresnel? Pues Fresnel es el ejemplo del antihéroe. Nació en una Francia complicada (1788). No fue un genio, ni siquiera destacó por su capacidad innata. No fue capaz de leer hasta mayor (8 años) y con constancia, fue destacando poco a poco, hasta cursar con honores la carrera de ingeniería. Y fue un ingeniero civil reconocido, hasta que tras la primera caída de Napoleón, apoyó al bando no adecuado y cayó en desgracia al regreso de Napoleón de Elba. Ahí empezó a experimentar con la luz y comenzó una nueva vida. Eso sí que le gustaba. Analizó la polarización de la luz y descubrió el fenómeno de la interferencia (en el fondo las zonas de Fresnel no son más que autointerferencias).

Fresnel creía que la luz era una onda y así lo definió matemáticamente. En aquella época había un encendido debate entre si la luz era una onda o era un corpúsculo. Fresnel defendía el concepto de onda y Poisson el otro punto de vista. Poisson, en su arrogancia, se consideraba superior a Fresnel y tras estudiar los escritos de su rival decidió proponer un experimento para desacreditarlo públicamente. Sin embargo, el experimento propuesto para humillar a Fresnel (conocido como "punto de vista erróneo sobre la teoría ondulatoria de la luz") terminó confirmando la teoría del propio Fresnel y su mayor rival consiguió que se le concediera un premio por ello. Aunque el debate quedó apartado, un siglo después se retomó y apareció una nueva teoría, la dualidad onda-partícula, pero eso será otra entrada.

Fresnel inventó ciertos artilugios importantes relacionados con la luz (las luces de un faro las inventó él, aprovechando lo que conocía de su comportamiento) y fue muy reconocido por sus estudios teóricos y prácticos sobre la luz e ingresó en la Royal Society en 1825, pero murió poco después de tuberculosis, en 1827. Sus escritos no tuvieron mucha repercusión hasta años después, cuando sus seguidores vieron que tenían cientos de aplicaciones y explicaban muchos fenómenos, como el efecto de los obstáculos en un radioenlace.

Y le doy gracias, porque por gente como él yo pude estudiar lo que estudié. Y Fue un ejemplo en la vida, porque demostró que aún sin demasiadas cualidades innatas se puede llegar a destacar y que, también en la vida, a veces, menos es más.     

domingo, 14 de febrero de 2016

De la necesidad, pioneros

La historia de hoy es una historia que va de la mano de la conquista de las igualdades que la sociedad occidental ha ido consiguiendo. Y la representación de esta igualdad en la sociedad democrática es el concepto de 1 persona 1 voto, el sufragio universal.

Pero este concepto, base de la democracia moderna, ni es tan extendido como se cree, y desde luego, no hace tantos años que está implantado.

Y no siempre el sufragio universal se ha conseguido después del voto femenino, en la mayoría de los países no llegó hasta muchos años después de que las mujeres consiguieran ese derecho.

Pero vayamos al principio. Para contar este inicio de la historia, hay que ir a un clásico del cine, "Motín a Bordo". Esta película cuenta la historia de un navío, llamado HMS Bounty, donde en 1789 se produjo un motín en mitad del Pacífico en el que los marinos tomaron el control del buque y enviaron al capitán en una barcaza a su suerte. La historia de este capitán es una historia fantástica, pero centrémonos en los amotinados. Habían venido de Tahití, encantados con el lugar y sus habitantes y no querían volver a Inglaterra. Así que después del motín, buscaron unas islas perdidas para instalarse para siempre: las islas Pitcairn. Allí vivieron y formaron familias con habitantes locales. Era sólo una pequeña población de pocas personas, pero la colonia de los descendientes perdura hasta hoy. 

En 1825 fueron descubiertas las islas de nuevo por otro navío inglés y se encontraron los descendientes de los amotinados (sólo uno sobrevivía). Poco después, en 1838, la isla pasó a formar parte del territorio británico y ese mismo año los habitantes elegirían a sus representantes. Como había tan poca población se decidió autorizar el voto a todos los habitantes, incluidas las mujeres, convirtiéndose en el primer lugar del mundo en el que se permitió el sufragio universal.

Poco a poco fue cuajando y fue un país vecino, Nueva Zelanda, en 1893, el primer estado que autorizó el Sufragio Universal (aunque el primero que autorizó el sufragio femenino, fue Wyoming, en 1869, pero no autorizaba votar a los de raza negra).

En América, el primer estado fue Uruguay, en 1917, aunque no se ejerció hasta 1927. En Europa los nórdicos fueron los pioneros, como casi siempre: llegó a Finlandia, en 1906, a Noruega en 1913 y a Dinamarca en 1915. A España, llegó en 1933 (ver entrada "Un debate extraño, un duelo de altura"). Es curioso que el sufragio universal llegó a uno de los países punteros en democracia, Suiza, más tarde de lo que uno podría pensar. Hasta 1971 no se otorgó el voto femenino. Como curiosidad decir que Suiza sí aprobó una ley que permitía el voto femenino en 1958, pero un referendum de los de Suiza lo rechazó con 2 terceras partes de los votos en 1959. Aún así no fueron los últimos europeos en dotar de la igualdad de voto a todos los ciudadanos. El último que permitió el voto femenino fue Liechtenstein, en 1984.

¿Y la nación que se autodenomina la cuna de la igualdad de oportunidades, Estados Unidos? Pues permitió el voto femenino relativamente pronto, en 1920, pero eso no representó el sufragio universal. Éste no llegó hasta 1965, porque hasta esa época, no es que estuviera prohibido el voto a la raza negra, pero se inventaban ciertas limitaciones para que no se pudiera producir, como cobrar por permitir que se produjera, por ejemplo. En esa fecha, 1965, el presidente que sustituyó a Kennedy, Lyndon Johnson promulgó una ley federal que impedía esas prácticas e igualaba por fin a todos los ciudadanos americanos.

Hoy en día, obviamente, hay muchos países que no permite el voto a todos los ciudadanos, pero poco a poco van ampliándose el registro. Como curiosidad, el último país en aceptar el sufragio universal es la República Dominicana, en 2015, año en el que permitió el voto a militares y policías, que lo tenían prohibido hasta entonces.

La verdad, me alegra ver cómo una medida que se inició como una necesidad para poder tener quorum suficiente en una remota isla, es ahora algo cotidiano y que resulta extraño algún país que no lo acepte o ver cómo países muy avanzados no han permitido este derecho hasta hace muy poco tiempo. Al final, como siempre, de la necesidad nacen los pioneros, incluso de las cosas que no deberían ponerse en duda, como la igualdad entre las personas.

domingo, 7 de febrero de 2016

El poder de los libros

La entrada de hoy, es sin lugar a dudas, un cuento de hadas. Un cuento de hadas que culminó en una unidad de medida que incluso llegó a formar parte de una canción algo surrealista de primeros de los ochenta, el Faradio.

Esa unidad deriva de un apellido, Faraday, y de un hombre, Michael Faraday, uno de los científicos más reconocidos del siglo XIX, y toda una leyenda de la Royal Society de Londres, pero que tuvo que pelear cada momento de su vida como científico.

Faraday nació en Newington, en el sur de Londres, en una familia muy humilde. Casi pobre. Desde muy pequeño, la educación fue algo secundaria, había que trabajar, primero como repartidor de periódicos, pero con 14 años, tuvo la fortuna de entrar a trabajar como aprendiz de encuadernador de libros.

Eso le daba una ventaja importante, tenía acceso a la lectura y Michael, que tenía una mente muy inquieta, se bebía los libros. Uno tras otro los libros pasaban por sus manos, especialmente los libros científicos.

En 1812, con 20 años, comenzó a asistir a conferencias de la Royal Society. Iba invitado por un amigo, al gallinero, pero apuntaba con devoción lo que se decía en las conferencias, en especial las de Humphry Davy, uno de los principales científicos de la época. Al cabo de un tiempo, Faraday, decidió jugársela. Tenía muchas notas y tenía acceso a encuadernación. ¿Podría funcionar? Decidió agrupar todas sus notas, encuadernarlas y enviárselas a Davy, junto con una petición: quería aprender a su lado.

Davy se sorprendió con el presente. Nadie se había molestado tanto en aprender, y por supuesto nadie se lo había demostrado con tantas ganas. Al poco, el destino quiso que uno de los aprendices de Davy fuera despedido y se acordó de aquel joven que decidió cambiar su vida con un libro manuscrito. Y lo contrató. Ese día, Faraday entró en la Royal Society como aprendiz. Ya nunca saldría. Tenía sólo 21 años. Era 1813.

En los primeros años, era un apestado por su origen humilde. Nadie lo quería y se veía obligado a realizar tareas de sirviente, porque no era un caballero. Londres, no era el centro de la igualdad de clases, precisamente. Pero Faraday resistió, la ciencia lo merecía.

En la Royal Society realizó un trabajo excelente y pronto destacó. Era muy tenaz y realizó trabajos en principio respecto al cloro y a la expansión de gases, pero pronto pasó a trabajar sobre los campos magnéticos, consiguiendo demostrar que era posible convertir el campo magnético en movimiento, creando un rudimentarísimo motor eléctrico, pero que es el primer escalón de lo que hoy entendemos como el futuro. Descubrió las líneas de campo magnético y cómo se propagaba en el espacio. No tenía prejuicios y la mente abierta le permitía ver cosas que otros no pensaban.

Davy cogió celos de él, y, para fastidiarlo, lo quitó del estudio del electromagnetismo y lo puso a trabajar en creación de cristales, para intentar conseguir la fórmula ya creada en Baviera, pero no tuvo suerte. La historia, siempre juguetona quiso que no fuera un trabajo en vano: años más tarde un trozo de cristal fallido le permitió demostrar que la luz puede polarizarse. La base para muchas aplicaciones posteriores.

Faraday dejó mucho para la posteridad: inventos como la Jaula de Faraday (entorno metálico cerrado que está hecho de una forma que hace que no haya campos magnéticos dentro) o ciertas leyes electromagnéticas (las Leyes de Faraday) o unos principios de comportamiento científico que todo estudiante debería seguir. Pero lo que más me gusta de lo que dejó para la posteridad es la conferencia de Navidad. Faraday, recordando su origen humilde, decidió en 1825 hacer una conferencia de Navidad gratuita para acercar la ciencia a los jóvenes. Un gesto altruista, que la Royal Society asumió como suyo, por el que han pasado auténticos genios y que perdura hasta la actualidad.

Fue muy reconocido, pero siempre renunció al ningún nombramiento. Consideraba que era un gesto vanidoso que sólo le perjudicaría. Siempre quiso ser simplemente Mr. Faraday. Sin embargo, el mundo es cruel y ya mayor sufrió por su escasa formación. Se reclamaba una argumentación matemática de sus descubrimientos y él, pues no podía hacerlo, simplemente. Sus descubrimientos estaban en entredicho, hasta que un joven matemático, llamado Maxwell le devolvió el favor que él le hizo a Davy: un día le llegó un libro con el planteamiento matemático de sus descubrimientos. El círculo se cerró y Faraday demostró que estaba en lo cierto. Nadie más lo discutió nunca. 

Murió mayor para la época y renunció a ser enterrado en la Abadía de Westminster, aunque existe una placa en su honor en ella, porque sin duda era un genio humilde. De los mayores de la historia. Y que pudo aparecer en escena gracias a los libros, aunque en esta ocasión no sólo por leerlos.