domingo, 5 de junio de 2016

Una maravilla perdida

Un amigo del equipo de baloncesto me puso sobre la pista de esta nueva entrada. Un lugar maravilloso, y, aunque conocido, ha quedado alejado del mundo y hoy en día, lo que no está en el camino, no existe, aunque sea digno de ver.

Hago referencia en este artículo a un pueblo de la provincia de Toledo, muy conocido en cuanto a nombre, pero que pocos de los lectores sabrán colocar en el mapa. Se trata de Orgaz. Por supuesto es muy conocido gracias al lienzo de El Greco, que se encuentra en la Iglesia de Santo Tomé, en Toledo y que, como todo el mundo sabe se llama "El entierro del Conde de Orgaz".

El famoso Conde de Orgaz ni era conde ni era de Orgaz, pero como el cuadro tiene su historia, la contaré. Don Gonzalo Ruiz de Toledo, nació en Toledo a mediados del siglo XIII. Era señor de Orgaz señorío creado en 1220, aunque aún no era condado. Vivió en Toledo y tuvo una vida bastante respetable. Gozó de buena posición en influencia y era querido en esa ciudad. Don Gonzalo era muy devoto de Santo Tomás y pidió ser enterrado en un lugar no preferencial dentro de esa iglesia. Y así se produjo cuando murió en 1323. En su testamento, dejó escrito que la villa de Orgaz debía donar cada año a esta Iglesia 2 carneros, 8 pares de gallinas, 2 pellejos de vino, 2 cargas de leña y 800 maravedíes. Ahí quedó.

Pero la historia es testaruda y en 1564, casi 250 años después un párroco de la Iglesia detectó este testamento y solicitó a la villa de Orgaz (que ya era condado, desde 1529) que cumpliera la voluntad. Se habían impagado muchísimos años y, evidentemente, el tema fue a juicio, que fue resuelto cinco años después por la Real Chancillería de Valladolid, condenando a Orgaz al pago, que así se produjo (es increíble, pero la sentencia es accesible en el registro de archivos históricos de España). El párroco quiso perpetuar a D. Gonzalo y contrató a un pintor local, que vivía cerca y era parroquiano a que representara su entierro. No podía sospechar que después sería mundialmente conocido como uno de los mejores pintores de la historia. Firmaron el acuerdo en 1586 y el cuadro se entregó en 1587. El Greco pidió 1.200 ducados, pero el párroco, bastante rácano y amigo de los pleitos intentó negociarlo. Le salió mal la jugada y finalmente El Greco recibió el precio solicitado en 1590, quedando para la posteridad el famoso "Entierro del Conde de Orgaz" en la Iglesia de Santo Tomé.

Sin embargo, esta obra es muy conocida, así que no es la joya que me refería en el inicio de esta entrada. El caso es que otros 200 años después en 1738 un arzobispo niño de Toledo (El infante D. Luis, hijo del Rey Felipe V y que había sido nombrado arzobispo en funciones de Toledo con sólo 8 años) en uno de sus viajes por la provincia vio una iglesia medio derrumbada en un pueblo ya decadente, Orgaz, y decidió reconstruirla. Realizó una convocatoria, y, oh sorpresa, se presenta a la misma el mayor arquitecto español de la época: Alberto Churriguera. Churriguera, que había contruido la Catedral Nueva de Salamanca, había diseñado y estaba construyendo la Plaza Mayor de Salamanca, decide dejarlo todo y perderse.

Nunca se sabrá qué quería Churriguera yéndose a Orgaz, pero lo que se sabe es que allí se casó y tuvo dos hijos. ¿Quizás fue por amor? No lo parece, pero sin duda es un hecho extraño que decidiera abandonar las mayores obras del estado para llegar a este pequeño pueblo.

Churriguera murió en 1750 sin haber finalizado la Iglesia del todo, aunque fue enterrado allí. Ésta finalizó en 1763.

Hoy en día Orgaz cuenta con menos de 3.000 habitantes y está en la carretera antigua a Toledo. Por allí no pasa casi nadie. Pero mi amigo se perdió y apareció allí hace unos años. Y se topó, sin saberlo, con una increíble catedral en un pueblo minúsculo. Preguntó para visitarla y, lo que pasa en los pueblos: la vecina tenía la llave. La abrió y pudo disfrutar en silencio de una joya, una auténtica maravilla de uno de los mejores arquitectos españoles y que está escondida en Orgaz. Quizás algún día sabremos lo que tenemos y podremos disfrutarlo o quizás estemos demasiado ocupados en otros temas como para salirnos de las autovías.