domingo, 5 de febrero de 2012

Majestuosidad hecha puente


Uno de mis sitios preferidos es un monumento poco conocido, por lo alejado que está, pero es algo simplemente impresionante. Uno de esos lugares que te dejan con la boca abierta y no sabes cómo puede estar algo así tan lejos de los focos y las postales.

Se trata de el Puente de Alcántara. Está en la Provincia de Cáceres, al sur, casi en la frontera de Portugal, junto a la población de Alcántara.

Este puente fue construidos por los romanos entre los años 104 y 106 de nuestra era y dedicado al emperador Trajano. Era parte de una calzada romana que unía Cáceres con Condeixa-a-Velha.

Su arquitecto fue el Cayo Julio Lacer y dejó entre otras inscripciones en honor a Trajano, una que decía: "PONTEM PERPETUI MANSVRVM IN SECULA MVNDI" ("Este puente permanecerá en pie por todos los siglos del mundo"). Parece que iba en serio, porque aún, 1900 años después, sigue en pie y de forma majestuosa.

La vida del Puente de Alcántara no ha sido fácil, habiendo sufrido varias restauraciones, principalmente por los desperfectos que las batallas han dejado sobre él. Hay que tener en cuenta que por él han pasado ejércitos musulmanes en su conquista de la península, españoles en su reconquista, batallas entre españoles y portugueses en sus enfrentamientos medievales, las guerras de sucesión españolas, Napoleón con sus tropas y tantas y tantas batallas.

Las dos principales reconstrucciones fueron del rey Carlos I de España, que modificó el arco central y de Isabel II, que reconstruyó los desperfectos de las guerras napoleónicas y reproducidos en la guerra de sucesión después de Fernando VII. Estas dos reformas dejaron inscripciones y modificaciones en el puente, el resto, pues sólo lo repararon.

En este siglo se le vio por fin las entrañas, cuando se hizo la presa de Alcántara, a poca distancia del puente y que produce un efecto anacrónico con uno de los puentes romanos más impresionantes del mundo y una presa moderna, casi solapada. Cuando se construyó el nivel del río bajó, evidentemente y se pudo ver su cimentación y por cierto, repararla.

Lo mejor del Puente es su apariencia. La altura es impresionante, de 57 metros en el centro del puente, su longitud, también: 194 metros. Está formado por 6 arcos, de diferentes alturas y dimensiones, porque así lo requería el diseño, y porque era la mejor solución para un perfil desigual. Porque, aunque no lo parezca, el río Tajo, en ese punto, es de todo menor plano. Realmente el perfil es un valle bastante profundo y el puente emerge para dar continuidad a sus dos orillas. En el centro hay un arco conmemorativo que indica el centro del puente y es el que se ha utilizado para las inscripciones de las diferentes reconstrucciones.

Tenía una misión de conexión, pero no olvidaron las necesidades defensivas, así que se creó en su orillas dos torres de vigilancia, para controlar el paso por el puente y sobre todo se le dotó algo que es lo que más impresiona al que está allí. Al menos a mí, es lo que más me impresionó. Resulta que la acústica del puente es tal que una voz normal que se dice en el centro del puente se oye perfectamente en la orilla del mismo. Sin embargo, no se produce el mismo efecto en el otro sentido y algo que se dice en la orilla no se oye en absoluto en el centro. Toda una maravilla de la ingeniería natural.

Pero hubo otro detalle más que me hizo pensar cuando estuve allí. En ese rato que estuvimos caminando por allí, un camión y un coche se cruzaron en el centro del puente, desde fuera pensamos que vaya problema, porque uno debería dar la vuelta, al fin y al cabo, era un puente romano: pero no, se cruzaron y listo. De hecho es el mayor puente romano que forma parte de la red de carreteras del estado aún hoy en día.

Y lo mejor es la sensación de estar en un lugar donde durante 2000 años han pasado por ahí todas las civilizaciones que occidente ha conocido y allí estas tú, viendo un Puente que se mantiene por encima del paso de los años.

A veces el hombre hace cosas que es mejor no olvidar. Este puente es uno de esos ejemplos. Una obra digno del mejor ingeniero. Para quitarse el sombrero, Cayo Julio Lacer.


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