domingo, 10 de noviembre de 2013

Infalible pero menos

Ayer tuve una agradable jornada con un amigo con el que suelo compartir debate en tema de religión. Sé que es un tema delicado, y no me gusta entrar a valorar las creencias personales, pero la verdad es que es un tema con muchas curiosidades, especialmente porque no existen verdades generalmente aceptadas que no son realmente así. Hoy le dedico la entrada a una de ellas.

Es bastante habitual escuchar que la Iglesia Católica se debe al Papa, especialmente en temas conflictivos de la religión, como el de uso de anticonceptivos, de control de natalidad o de la opinión sobre los homosexuales. Ahí casi siempre se apostilla que el Papa es infalible. 

Son, sin embargo, temas complicados, demasiado como para que yo me atreva a dar una opinión. Pero sí que tengo una opinión sobre la opinión de la infalibilidad.

Es cierto que en la Iglesia Católica existe un dogma, promulgado en 1870, en el Concilio Vaticano I que se refiere a la infalibilidad papal. Este dogma, se aposenta en citas bíblicas (bastante vagas, por cierto) y en una tesis medieval de la lucha contra la herejía. Pero en realidad, en el Concilio Vaticano I lo que se debatió es el poder real del Papa en un momento en el que los Estados Pontificios estaban sufriendo el ataque de la reunificación italiana. Este proceso provocó un rechazo bastante fuerte en el seno de la Iglesia a su aprobación, pero aún así el dogma fue promulgado y desde entonces, aceptado. Pero en esa promulgación dice que la infalibilidad sólo es válida cuando habla "ex-cathedra". Y además especifica las condiciones para hablar "ex-cathedra":

1. Debe hablar como "pastor y doctor de todos los cristianos, en virtud de su Suprema Autoridad Apostólica", 

2. Debe definir una doctrina de Fe o Costumbres 

3. Debe especificar que debe ser sostenida por toda la Iglesia

Y también define que cuando habla a título privado en cualquier materia e incluso como Suprema Autoridad Apostólica en materia en la que no se incluye la Fe o Costumbres el papa sí puede errar como cualquier otro.

Así que los condicionantes de la infalibilidad son claros y la verdad, complicados. Tan complicados que en estos casi 150 años sólo se ha aplicado una vez. Fue en la promulgación por parte del papa Pío XII del dogma de la Asunción de la Virgen a los Cielos en noviembre de 1950. Ni antes ni después se ha producido otra declaración ex cathedra, lo que quiere decir es que las opiniones papales, aunque evidentemente son realizadas por alguien con autoridad en la materia, pueden (y deben) ser criticables y analizadas en conciencia, porque la conciencia es personal de cada uno.

Es bastante habitual asimilar la teoría de la Iglesia en materias complicadas a las promulgadas por algún papa en algún otro documento de rango inferior. En la actualidad se utilizan bastante las encíclicas, aunque en la edad media eran más utilizadas las bulas papales (el término bula realmente hace referencia al sello utilizado, no al documento en sí). En una Encíclica, Pablo VI (humanae vitae) describe su opinión sobre el uso de anticonceptivos. En otra Encíclica (casti connibii) el papa Pío XI considera absolutamente amoral el aborto aún cuando esto suponga la muerte de la madre (y dejar más huérfanos, por cierto). También en Encíclicas se atacó a la Guerra de Irak (por Juan Pablo II) o la Invasión de Hungría por la URSS (por Pío XII). Son opiniones personales autorizadas, pero como también lo era la del papa Inocencio VIII cuando en su documento "Summis desiderantes affectibus" promulgaba la existencia de brujas en Alemania y permitía la caza de las mismas hasta la muerte en la hoguera. No creo que Inocencio VIII fuera infalible en este documento, no se por qué.

Yo, que me considero católico, me fascina ver el mundo de la Iglesia desde un prisma objetivo. Documentos de dos mil años de historia hacen que sea historia viva de nuestra era. Pero tiene un riesgo, la Iglesia ha tendido, para perpetuarse a sí misma, a no dejar pensar y, sólo hay algo peor que equivocarse, que es que otro piense por uno, especialmente si ese otro no es del todo infalible. 

sábado, 2 de noviembre de 2013

Rodando por el espacio

El espacio exterior es un nido magnífico de cosas curiosas, como he puesto en otras entradas, pero hay un tema que me parece especialmente fascinante, que es un planeta único en el sistema solar, Urano.

Urano es considerado el tercero de los gigantes gaseosos que "cierran" los planetas del sistema solar junto con el gigante Júpiter (que le faltó poco para ser una estrella), Saturno y sus anillos y el más alejado Neptuno.

De todos estos, Urano comparte características: muy gaseoso, con anillos y multitud de satélites, pero también tiene diferencias: un núcleo de roca y hielo y sobre todo, la forma en la que gira. Urano tiene una inclinación sobre el plano de la rotación sobre el Sol de 97º, lo que hace que su forma de viajar en el espacio sea como la de una pelota que rueda sobre la órbita y no como como lo hacen los demás planetas que lo hacen como una peonza, girando sobre sí mismos mientras también giran alrededor del Sol

Esta forma tan peculiar de rotar hace que el clima de Urano sea único. No tiene estaciones y no tiene propiamente un día como conocemos aquí, pues tiene un polo siempre mirando al sol. De hecho, su configuración hace que en los polos haya nada menos que 42 años de oscuridad y 42 años de luz. En torno al ecuador hace noche o día en función de la rotación (por los 7º de más sobre los 90º que sería una raya perfecta de noche y día).

Las consecuencias es que Urano tiene la atmósfera más fría del Sistema Solar con poco por encima del cero absoluto (cifra que merece una entrada en sí misma), pero sin embargo, en la superficie, la temperatura máxima no se encuentra donde incide el Sol, sino en el ecuador, cosa que no tiene mucho sentido, porque en el ecuador el Sol siempre incide de lado. No hay teoría al respecto, pero indica que claramente su actividad interior calienta más que la incidencia del Sol, por lo que es un planeta aún activo.

Ah y claro, como el planeta viaja rodando por el suelo, y los anillos están en su ecuador, éstos se ven desde la tierra como si fuera una diana, un poco grande el centro, pero de esa misma configuración.

No se sabe por qué tiene esta forma de rotar. Hay teorías de choques con objetos o atracciones gravitatorias, pero aún no existe explicación clara al respecto, pero lo que sí es evidente es que los caprichos de la gravedad hace que se mantenga así y se encuentre en un equilibrio diferente.

Por último comentar que Urano fue el primer planeta descubierto gracias a un telescopio, aunque puede verse a simple vista (su brillo está en los umbrales de la visibilidad humana). No fue descubierto hasta 1781, porque es tan tenue y viaja tan lentamente que nadie lo identificó con un planeta, sino una estrella más.

Para terminar sólo una cosa. Urano genera un problema de nomenclatura general. Todos tenemos claro cuál es el polo norte y el polo sur en la Tierra, pero... ¿y en Urano? La UAI dice que el polo norte es el que esté por encima del plano de rotación sobre el Sol. Esto en Urano es un poco especial, porque no siempre es el mismo polo, así que a veces se le aplica una norma no oficial, que es la regla de la mano derecha en la rotación, que por cierto, generalmente, en Urano, da el polo opuesto al de la otra regla.

En definitiva, es una rara avis, un planeta diferente que da la sensación ir rodando por el espacio.

martes, 22 de octubre de 2013

Una república de otro tiempo

Europa ha sido siempre un continente volátil. En los últimos 2000 años ha vivido transformaciones geográficas y políticas casi continuas. Invasiones, guerra, cambios. Países que ya no existen, como Prusia, países que se unificaron, como Italia, Alemania e incluso España, países que se disgregaron como Yugoslavia, Checoslovaquia o la misma URSS, un cambio continuo del que quedan algunos vestigios del pasado por ahí repartidos.

La entrada de hoy es de uno de esos vestigios. Generalmente la conocemos por ser la selección de fútbol que más pierde o por tener un gran premio de motociclismo que no se disputa en su territorio. Es la república de San Marino. Un diminuto país, situado en medio de Italia, rodeada completamente por ella y que curiosamente, a pesar de su nombre, no tiene mar, aunque está a sólo 10 Km de él.

Su tamaño es de 61 Km2, menos de la mitad de la ciudad de Sevilla, pero es ni más ni menos que el país soberano más antiguo del mundo.

Su origen fue una comuna creada por un cantero cristiano llamado Marino, que huyendo de las persecuciones romanas llegó a establecerse en un monte del centro-norte de la península italiana, llamado monte Titano. Esta comuna evolucionó en el tiempo, hasta que en el siglo X, se estableció como territorio independiente, llamado Territorio de San Marino y posteriormente, República de San Marino, en honor al cantero fundador. Ya no era una comuna, era una comunidad monástica, pero con su propio sistema republicano de gestión. Pero republicano a lo que se entendía en la antigua Roma de república, no lo que se entiende por ello después de la revolución francesa.

Consiguió mantener su independencia a pesar de las tensiones limítrofes y del papado, que lo reconoció como independiente en 1631. Napoleón lo reconoció como independiente en su invasión italiana en 1797 y otras potencias en el congreso de Viena en 1815. Con Italia, sobrevivió a la reunificación firmando tratados que reconocían su independencia, el último en 1971.

Pero lo más curioso que tiene San Marino es que mantiene el sistema de gobierno de república romana. Está gobernado por un Consejo Grande que es elegido por votación popular. Inicialmente este Consejo era un Arengo, o consejo de los cabezas de familia, pero desde el siglo XIII (¡todavía no se había reconquistado Sevilla a los árabes!) ya se escoge el Consejo Grande por votación.

Este Consejo elige a dos de sus miembros como Capitanes Regentes por periodo de 6 meses y éstos y su consejo de ministros es el poder ejecutivo del país. Los dos elegidos son de partidos diferentes, lo que obliga a una jefatura equilibrada. Se nombran los días 1 de abril y 1 de octubre de cada año. Esto es un vestigio de la república romana, que mantenía dos regentes y reelecciones cada 6 meses.

Pero lo verdaderamente extraño sucede cuando cesan del cargo. Al igual que en las repúblicas romanas, tras cada mandato existen tres días en los que los ciudadanos pueden presentar quejas sobre las actuaciones de los jefes de estado. Estas quejas, si son admitidas a trámite, abre automáticamente un proceso judicial a un ex jefe de estado. Es una de las máximas de la gestión de San Marino, la auditoría pública continua y en la página web del mini estado se enorgullecen de ello.

¿Os imagináis qué pasaría si en España, cada vez que hubiera un cambio de gobierno se abriera un proceso de quejas a la gestión del ex presidente? Mejor no imaginarlo. Sin embargo, parece un ejercicio de sanidad democrática la gestión que tiene San Marino de sus instituciones. 

En el tema judicial también tiene sus particularidades. San Marino, delega en jueces extranjeros, salvo en los casos de jueces conciliadores (equivalentes a jueces de paz, que sí pueden ser del país), y existe un consejo garante de la constitución que en 2002 sustituyó al tradicional consejo de los XII, que ha quedado como órgano administrativo. El Consejo Garante es elegido por el Consejo Grande y es el funciona como corte de apelación y gestiona las quejas a los capitanes regentes. Para que os hagáis una idea de la tradición del país, el código penal vigente data de ¡1865!

Un cambio reciente se produjo en 2001, que adoptó el Euro como moneda, aunque no pertenece a la UE. Es uno de los cuatro únicos países que adoptaron oficialmente el Euro sin pertenecer a la Unión. Los otros también son microestados europeos: Andorra, Vaticano y Mónaco.

Es una república de otro tiempo, incrustada en el siglo XXI. Pero lo que se ve es que los problemas de la antigüedad son los mismos que los actuales, y ya pensaron en controles para evitar el abuso de lo común, de lo público. Los antiguos no eran más torpes ni más insensatos. Simplemente eran de otro tiempo.

Es que, a veces, mirando al pasado se ve que la evolución no es tal y que, probablemente, sólo hay que mirar al pasado para aprender para el futuro.

jueves, 10 de octubre de 2013

Un ejemplo de gestión de la diversidad

Por circunstancias de la vida me ha tocado pocas veces estar en islas. Un par de veces en Canarias, otro par en Baleares y otro en las islas británicas. En todos los casos he tenido una sensación similar, estar enclaustrado, perdido. En Fuerteventura fui capaz de recorrer todas las carreteras de la isla. Todas. Incluso las de tierra. En el fondo, los que somos de un país continental pensamos en las islas como en un lugar relativamente pequeño, relativamente alejado y donde se puede uno perder. Las distancias son otras, y la forma de vivir también.

Es por eso que me llama mucho la atención que el cuarto país más poblado del planeta es un país que no tiene nada de territorio continental. En un país exclusivamente insular, pero con más de 17.500 islas, Indonesia multiplica por 4 la dimensión de España y casi por 6 la población. Indonesia es un monstruo insular, un país único en el mundo y en el que se dan, por sí misma muchas curiosidades.

El territorio de Indonesia está repartido por un archipiélago entre los Océanos Índico y Pacífico, y que llega casi desde la península de Malasia hasta Australia. De extremo a extremo más de 5.500 Kilómetros. Más que la anchura del Océano Atlántico, para que nos hagamos una idea. 

Dentro de las islas que forman su territorio están algunas que son muy conocidas, como Borneo, o Nueva Guinea (estas dos islas son mayores que España), Sumatra o Java (la isla más poblada del mundo) y ciudades también conocidas, como Bali o Yakarta. 

De las 17500 sólo unas 6.000 están habitadas, el resto, son demasiado pequeñas y son islas ideales para perderse en ellas. Sin embargo, no deja de ser curioso que en tres de las principales, Borneo, Nueva Guinea y Timor, Indonesia tiene soberanía sólo sobre parte de la isla. Borneo la comparte con Malasia y el sultanato de Brunei. Timor con Timor Oriental y Nueva Guinea con Papúa-Nueva Guinea. Es un país acostumbrado a gestionarse a si mismo y no le importa tener dividido el territorio. 

El origen de este extraño país fueron las colonias holandesas en Asia, que desde el siglo XVIII fueron clave en el comercio marítimo. A primeros del siglo XX y justo antes de la II Guerra Mundial decidieron que ya estaba bien de colonialismo holandés y comenzaron la lucha por su independencia. En su guerra de independencia, a pesar de la distancia y la diferencia de características, la población de Indonesia se unió en contra del poder establecido, primero contra el poder holandés y después contra la invasión japonesa de la II Guerra Mundial, lo que permitió crear un sentimiento de país, independiente desde 1945 que perdura hasta hoy mismo. 

Aunque es el estado mayoritariamente musulmán más alejado de La Meca, con su cantidad de islas y distancias, obviamente, Indonesia es un conglomerado de etnias y lenguas. En este país hay más de 300 grupos étnicos y 700 lenguas distintas. Pero, por el bien de la convivencia, este país adoptó un idioma casi artificial, el indonesio, para cooperar entre los territorios y se enseña en todo el país y es el que se usa en las relaciones comerciales y administrativas, aunque prácticamente toda la población tiene un idioma materno diferente. A pesar de tanta diferencia y aunque ha habido algún enfrentamiento, en general las etnias conviven en armonía. 

Es un país diferente, disperso, singular, extraño, pero todo un ejemplo de gestión de la diversidad que desde aquí se echa bastante de menos. Al final, convivir, es lo importante.

martes, 1 de octubre de 2013

Un invento casual hoy imprescindible.

Hoy en día hay algunas cosas de uso cotidiano, muy común, y algunas de ellas, que parecen que han estado toda la vida con nosotros, realmente tuvieron un inicio, un inventor, un punto de partida, una casualidad.

Pero, como comenté en la entrada dedicada a la penicilina, lo importante es saber que el hecho casual que se produce no es tan casual, sino que pasa por algo y hay que ser capaz de averiguar qué lo produce, analizarlo y reproducirlo para beneficio general.

Algo así le paso en 1790 a un físico italiano llamado Luigi Galvani. Realmente no era físico, era más bien naturalista, cosa que en la época podría asimilarse a veterinario. Analizaba animales, pero vio algo que le llamó la atención mientras analizaba ranas.

Las ranas, diseccionadas y colgadas en ganchos para su análisis, esperaban su estudio. Galvani utilizaba un bisturí de hierro para ello, pero colgaba las ranas en ganchos de bronce. Un día, el bisturí, cargado de electricidad estática tocó por error el gancho y saltó un chispazo. Un chispazo que a todos nos pasa cuando nos cargamos de electricidad estática. Pero ese chispazo hizo moverse una pata de rana. Y Galvani, analista por encima de todo, lo vió.

Lo analizó todo lo que pudo, pero él era naturalista, no físico y solicitó ayuda a sus colegas para que replicaran el experimento. Su condición y su visión sesgada identificó a esa descarga y a ese movimiento como el aliento vital del músculo del animal. Era la misma vida que permitía retomar la vida de los músculos y la llamó electricidad animal.

Humilde, pidió ayuda y hubo un colega, Alessandro Volta que rápidamente cogió el testigo. Reprodujo el experimento y vió lo que había pasado... la electricidad no dependía de los músculos animales, sino de la diferente composición de los metales. Consiguió demostrar que la electricidad podía producirse si se juntaban discos de diferentes metales (cobre o plata y zinc, separados por discos mojados, para mejorar la conducción), y así creó una pila como hoy la conocemos, más o menos.

Un dato curioso más. Aunque parezca mentira, en Babilona ya existió una pila casi 2000 años antes que Volta. Eran una vasijas con un cilindro de cobre con una vara de hierro. A simple vista no parecía nada, pero si se llenaban con algo cotidiano de la época y alcalino, como el vino, ya está la pila de Volta. Simplicidad perdida en el tiempo.

Volta fue capaz de analizar y entender y pudo, además de ser capaz de reproducir el invento, demostrar que la electricidad no dependía de los músculos animales y que por lo tanto, la electricidad no era la fuerza vital de los seres vivos. Afortunadamente los trabajos de Volta no se publicaron hasta 1816 y eso hizo que, justo un año antes, una tal Mary Shelley se inventara la historia de un Frankenstein, en una noche que se merece una entrada en sí misma.

El invento de Volta, que se reprodujo en la Royal Society, le granjeó admiración internacional, hasta el punto que Napoleón le nombró Conde y le dio la medalla al mérito científico. Ya era todo un personaje y su nombre llega hasta hoy en forma de Voltios. Había perdurado en el tiempo y había conseguido un invento genial, un invento sin que hoy en día, no podríamos entender el mundo que nos rodea.

martes, 24 de septiembre de 2013

Un presidente diferente. Un mundo diferente.

Hoy están de moda los temas de la integración. Se trata a las personas con alguna dificultad física de forma diferente, se les atiende preferentemente y se busca facilitarle la vida. No puede ser de otra manera. Sin embargo, queramos o no, queda cierto resquemor. ¿Alguien votaría a un discapacitado para ser presidente de gobierno? Seguramente estaría mejor preparado, seguramente será una mente lúcida, pero hoy en día se prejuzga, y nos lleva a decisiones, probablemente, equivocadas. El exceso de información que tenemos nos lleva a ello. Es la sociedad que nos ha tocado vivir. 

Pero hubo un tiempo en el que no había televisión. No se sabía quien era el presidente, ni el rey, ni nada que se alejara de lo cotidiano. Al los personajes principales se les conocían en foto en los periódicos y en las monedas y poco más.

Es famosa la historia de Alfonso XII (que merece una entrada en este blog), cuando en un paseo de incógnito por Madrid justo tras llegar al trono, entabló conversación con un sereno y al acabar la conversación Alfonso XII le dijo: "Bueno, soy Alfonso XII, en el Palacio tiene usted su casa". Y el sereno le respondió: "Pues yo, Pío Nono, en el Vaticano tiene usted su casa". Evidentemente, el sereno no sabía con quien estaba hablando.

Sin embargo hay un ejemplo de integración que probablemente llegó a ser lo que fue gracias a que aún no existía la televisión de forma masiva. Había algo, pero no era habitual. Hablo de Franklin Delano Roosevelt.

Realmente a todos nos suena el nombre, fue el presidente de los EEUU en la segunda guerra mundial. Nacido en 1882, era un político prometedor, cuando en 1921 contrajo la polio, dejándolo una parálisis parcial que le obligó a ir en silla de ruedas el resto de su vida. Pero aprendió a disimular su enfermedad fijando unas barras de hierro a sus piernas y andar girando el torso. Andaba siempre distancias muy cortas, disimulando el tema, y, si tenía que recorrer algo más, lo hacía con muletas. Se cuidaba de que siempre aparecía en las fotos sentado.

Hay pocas, muy pocas fotografías de Roosevelt en su silla de ruedas, pero la utilizaba en su intimidad, cada vez que tenía que estar lejos de las cámaras.

Consiguió convencer a todo el mundo de que estaba recuperado y consiguió presentarse a la presidencia de los EEUU en 1932, venciendo fácilmente en las elecciones. Desde entonces, hasta su muerte, en 1945 fue presidente, ganando 4 elecciones consecutivas: 1932, 1936, 1940 y 1944, y fue el único presidente que lo ha hecho.

Le toco lidiar una época difícil, cogió un país en plena depresión de después del 29 y estableció toda una política social de incremento del gasto llamada New Deal, muy novedosa y casi improvisada, pero que permitió un cambio social en los EEUU y mejoró, sin duda la igualdad entre los ciudadanos. Impulsó esta igualdad y esa mentalidad de lucha común ha llegado hasta hoy. Es una de las señas de identidad más reconocible de los EEUU.

Pero encima se encontró la Segunda Guerra Mundial en 1939. Apoyó a los aliados, de forma logística, hasta el famoso ataque de Pearl Harbor, donde decidió entrar en la guerra en el Pacifico y ordenó el Desembarco de Normandía en 1944. Vamos, que cogió un país en ruinas, y consiguió levantarlo y no sólo eso, sino que se enfrentó a la guerra más terrible de la historia, dándole un giro y poniéndola a su favor. Y de paso, la aprovechó para levantar económicamente el país.

Pero la historia, caprichosa como es, quiso que falleciera repentinamente en abril de 1945, a penas 20 días antes de que su mayor enemigo, Hitler, se suicidara antes de ser capturado. Esta muerte hizo que no fuera responsable de la mayor matanza de la historia, siendo su sucesor, Harry S. Truman el responsable del lanzamiento de las bombas atómicas.

Un hombre que demostró que una limitación física no impide ser un buen político y un buen gestor. Eso sí, en un tiempo en el que no existía un seguimiento y un control público como el que existe ahora. Quizás el hecho de tener más información no ha vuelto más intolerable. Hoy en día parece imposible aceptar un presidente diferente. Definitivamente, tenemos un mundo diferente. A veces, sabemos demasiado.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Ciudadanos de segunda

Cuando empecé a tener uso de razón y a estudiar la historia me alarmó el genocidio nazi. Era una barbaridad, pero más barbaridad era que eso hubiera pasado sólo hacía 50 años. Ni una vida. De hecho, mi padre ya vivía cuando pasó el tema. En aquella época, joven yo, pensaba cómo podía mi padre haber dejado que pasara eso. Evidentemente, mi padre tenía cosas más importantes en qué pensar en aquella época (como en comer, por ejemplo, bastante era en esa España).

Pero ahora, me toca tener a mí al hijo y algún día me preguntará lo mismo, o lo pensará de un tema que viví yo en primera persona y que ahora está en boga por la enfermedad de uno de sus protagonistas, Nelson Mandela, aunque por algún motivo es francamente desconocido.

El Apartheid (término afrikaans, lengua medio holandesa, medio inglesa, medio alemana que se fraguó en el sur de África a raíz de la conquista europea), es algo francamente escalofriante que pasó hace, como quien dice, dos días y que el mundo, lo permitió.

Es un termino que definió un régimen. No fue algo despectivo, sino que se conocía así. Este régimen consistía en la separación racial en la población. Evidentemente, esta separación fue promovida por los blancos, y se produjo tras la derrota electoral pero victoria en escaños del Partido Nacional (partido de los blancos) en 1948. Tras esa victoria, los blancos, raza minoritaria en Sudáfrica con un 21 % de la población, establecieron un régimen separatista en el que las razas no podían juntarse en ningún sitio: transportes públicos, playas, recintos, hospitales, etc. Todo estaba separado. Por supuesto, las infraestructuras dedicadas a los blancos eran mucho mejores que las dedicadas a los de color, la educación de un negro costaba al estado el 10% de la que le costaba la de un blanco y todos los ciudadanos tenían que portar pases si iban a las zonas asignadas a las otras razas. Ah!, y por supuesto, los de color no tenían derecho de voto, por lo que nunca podían ganar las elecciones y cambiar el estatus.

Hoy en día es una aberración, pero en aquella época era algo llevado al extremo pero cotidiano en otros paises. En 1963, Martin Luther King dio su famoso discurso "I have a dream" que cambió muchas conciencias y, éste fue asesinado en 1968. En esa época, negros y blancos tampoco podían subir juntos al autobús en los EEUU y tenían muchos temas de prejuicios sociales, aunque sí eran reconocidos como ciudadanos.

Sudáfrica, llevó al extremo este concepto y poco a poco se fue radicalizando. En 1960 dada la presión, creó estados ficticios llamados bantustanes donde se asignaban a los negros como ciudadanos, aunque vivieran en otras ciudades. Esto llevó a que los negros eran ciudadanos de estados ficticios inmigrantes en Sudáfrica, obligándoles a portar identificación y pasaportes para estar en su propia ciudad y así tener un arma para poder legislar impunemente en contra de estas razas. Poco a poco el gobierno fue presionando para que la población de color se trasladara a los bantustanes que les correspondían, moviendo a 3,5 millones de personas en 20 años.

A primeros de los 60, coincidiendo con Martin Luther King, organizaciones de personas de color fueron creando resistencia y en 1963 fue encarcelada toda la cúpula política de color, con Mandela a la cabeza. Nada menos que 27 años encarcelado en cárceles no precisamente cómodas. Simplemente por querer ser ciudadano.

Este régimen se prolongó en el tiempo, y se prolongó hasta fechas realmente cercanas. Indurain había ganado ya tres tours, la Expo 92 ya era historia y los Juegos de Barcelona ya eran sólo recuerdo. Fue en 1992 cuando el presidente De Klerck ganó un referéndum para poder negociar con la población negra una nueva constitución, que se aprobó en 1994. En abril de 1994, hace sólo 19 años, la población negra pudo votar por primera vez en Sudáfrica. Ganó, por supuesto, Nelson Mandela, que ya era todo un símbolo.

Lo que me pregunto es por qué. Y el por qué a todo es económico, como siempre. Sudáfrica es uno de los principales productores de oro, y los blancos necesitaban para sus negocios disponer de estas minas. Así que nos creamos un régimen clasista y dominamos la economía. Pero esta situación fue poco a poco quedándose obsoleta. Los ídolos de la juventud empezaron a ser gente de color: Carl Lewis, Michael Jackson, Michael Jordan, Magic Johnson, eran idolos en todo el planeta, pero ciudadanos de segunda en Sudáfrica. La presión internacional comenzó a mediados de los 80 a boicotear productos de Sudáfrica y su aislacionismo provocó una crisis económica brutal. No había salida salvo la abolición del régimen y así se produjo.

Lamentablemente, no sabré que decirle a Santi si algún día me pregunta cómo permití que existiera el Apartheid. Bueno sí, sabré decirle que no hay ciudadanos de segunda, y que la historia es mejor no olvidarla para no repetirla.